(Ilustración: Raúl Rodriguez)
(Ilustración: Raúl Rodriguez)
Oswaldo Molina

Corre el minuto 85. Falta poco para que termine el partido. Miguel Trauco lanza un centro que logra conectar de cabeza André Carrillo. Es gol de Perú. Este gol sella el empate de visita frente a Paraguay y nos permite iniciar con buen pie el proceso clasificatorio para el próximo Mundial de fútbol. Mientras eso ocurría y todos estábamos concentrados en el fútbol, nuestro Congreso decidió aprobar un proyecto de ley para reponer a casi 14 mil docentes que no lograron satisfacer los requisitos ni aprobar los exámenes correspondientes a la Carrera Pública Magisterial, boicoteando de esta manera con claridad el principio de meritocracia que busca guiar dicha carrera docente.

Es decir, mientras la selección de fútbol anotaba un gol, nuestro Congreso nos hacía un autogol. Uno más. En esta oportunidad, a nuestros niños y su futuro. Y es que, si cabe la comparación, nuestra selección de fútbol logra empatar, aun cuando no jugó necesariamente bien, debido a que finalmente hemos sabido sostener un proceso, manteniendo un director técnico el tiempo suficiente para ver los resultados. Algo que precisamente parecen no comprender últimamente nuestros congresistas, enfocados solo en los aplausos y la popularidad de corto plazo y no en el impacto que sus acciones pueden tener en el futuro. En este afán, además, han venido deteniendo o buscando retroceder diversas reformas claves, como esta y la reforma de la educación superior, o han venido poniendo en duda ciertos principios que nos han permitido avanzar en el plano económico durante las últimas décadas.

Si bien no debería ser necesario explicar a estas alturas cuán fundamental es imponer la meritocracia en el ingreso, permanencia y progreso de los docentes en nuestro sistema educativo, parece que todavía debemos defender esta política una vez más. Pues bien, como es evidente, la calidad docente es el elemento clave de la calidad de un sistema educativo.

Así, de acuerdo con el autor Fenton Whelan, quien en su libro compara diversos sistemas educativos para entender las mejores prácticas, son los sistemas educativos que precisamente han logrado convertir la docencia en una carrera atractiva y que son selectivos con respecto a quién se convierte en profesor, los que tienden a alcanzar mejores desempeños académicos de sus alumnos. Por ello, el autor señala que es de vital importancia seleccionar rigurosamente a quienes van a formar parte del cuerpo docente. Ejemplos positivos de estas prácticas son Singapur y Finlandia, países donde solo 1 de cada 10 postulantes logra ingresar a la carrera docente.

La evidencia sugiere, además, que la calidad de los docentes no solo afecta indicadores de corto plazo de sus alumnos, sino también de largo plazo. Así, según la catedrática Debra Shepherd, el dominio de una materia por parte de un docente mejora el desempeño de los estudiantes y este efecto es mayor si sus alumnos pertenecen al quintil más pobre. Este mejor desempeño termina también traduciéndose en mejores condiciones de vida de los niños en el futuro. De acuerdo con un estudio del investigador de Harvard, Raj Chetty, y sus coautores, los alumnos que fueron instruidos por buenos docentes durante su niñez tienen mayor probabilidad de asistir a una universidad a la edad de 20 años y de acceder a mejores salarios a la edad de 28 años.

En última instancia, imponer el mérito en la carrera docente busca justamente brindar mayores oportunidades para nuestros niños. No podemos además burlarnos del esfuerzo de más de 200 mil docentes que ya forman parte de la Carrera Pública Magisterial. Los peruanos necesitamos que en la cancha de la plaza Bolívar se “sude” la camiseta de todos, con la vista puesta en el futuro. Solo así, gritaremos gol.