Desde el 2000, hemos tenido 30 votaciones de investidura, sin contar los titulares de la PCM cuyos mandatos culminaron antes de presentarse ante el Congreso (Ántero Flores-Aráoz, Héctor Valer, Betssy Chávez y Pedro Angulo). El promedio de votos a favor es de 73 y solo una vez se negó la investidura a un primer ministro (Pedro Cateriano, en el 2020).
Dado a que solo se necesita la mayoría simple de los congresistas presentes, hemos visto a jefes de Gabinetes salir airosos con muy poco (Salvador del Solar con 46 votos; Rosario Fernández con 47 votos y Carlos Ferrero con 49 votos). Con estos antecedentes, resulta difícil no predecir que el actual primer ministro Gustavo Adrianzén sobrevivirá a la sesión de hoy, pese a los cuestionamientos que arrastra la presidenta Dina Boluarte.
Pero la incertidumbre del voto final se mantendrá a lo largo de toda la sesión, debido a los discursos centrados en el Caso Rolex. Cada uno desde su propia agenda: el bloque de derecha exigiendo deslindes, pero cuestionando el allanamiento; y el bloque de izquierda pidiendo vacancia.
¿Por qué primaría el verde ante tanto discurso en rojo? Hay varios elementos a tomar en cuenta. El primero tiene que ver con los últimos seis cambios ministeriales. Desde inicios de marzo, adelantamos en El Comercio que 7 de las 11 bancadas estaban dispuestas a censurar al ministro del Interior, Víctor Torres, y que el bloque de derecha pedía la salida de la ministra de la Mujer, Nancy Tolentino. Ese mismo mes, la congresista Diana Gonzales, de Avanza País, escribió una columna reclamando que la ministra de Desarrollo Agrario, Jennifer Contreras, no visitaba el sur del país. Estos tres miembros quedaron fuera del Gabinete. Realizados los cambios ministeriales, los votos del bloque de derecha parecen asegurados.
El segundo elemento a tomar en cuenta es el miedo a volver a ser allanados. En el 2023, unos 18 legisladores sufrieron el allanamiento de sus oficinas en el marco de la investigación por ‘Los Niños’. No en vano, el actual presidente del Congreso, Alejandro Soto, salió en marzo a anunciar que no permitirá que se ejecute una nueva posible diligencia fiscal a las oficinas legislativas.
Por último, el tercer factor es electoral. A la mayoría de los partidos políticos –sobre todo, los de derecha– no les conviene forzar un adelanto de elecciones, ya sea porque aún no tienen preparados a sus ternas de candidatos, o porque asumir un período complementario podría desgastar sus figuras con miras al 2026.
Salvo algún cataclismo político relacionado a nuevas revelaciones de los Rolex u otras joyas de la presidenta, el primer ministro Gustavo Adrianzén podría superar los 60 votos a favor. Aunque en nuestro inestable sistema político nada es seguro hasta el final.