Giulio Valz-Gen

Aunque vivimos una crisis política casi permanente, no pienso que estemos ante una congresal, como señalan sectores principalmente ligados a la izquierda y algunos también pegados a la otra orilla (como Capitalismo Consciente en su último comunicado). Tampoco hay un “acoso sistemático” contra la mandataria, como ha señalado el ministro de Educación, , el principal vocero del Gobierno en estas últimas semanas.

Habría que ser iluso para no darse cuenta de que, como no tiene contrapeso, el legisla a su antojo, destruyendo institucionalidad, promoviendo impunidad y muchas veces ilegalidad. ¿Eso significa que estamos frente a una dictadura congresal? Pienso que no.

La de la dictadura no es una hipótesis absurda, pues copar instituciones y crear reglas en su beneficio y el de sus aliados es una práctica usual de las mismas, tal como ocurrió en los noventa. Pero la situación actual no es la de aquellos tiempos, al menos por ahora.

Por terrible y triste que parezca, el Congreso es la expresión de lo que somos. Elegimos ese menjunje y seguramente elegiremos algo parecido en el futuro. ¿El Perú es más grande que sus problemas? ¿Somos más que este Congreso y este gobierno? Sinceramente, espero que sí, pero una cosa son mis deseos y otra la realidad. Nada más real que un resultado electoral.

Nuestros congresistas no han asaltado el poder; se lo hemos dado bajo las reglas de la democracia. Abusan de este, pero eso no alcanza para hablar de dictadura. No tengo intención de defender a los congresistas, solo me preocupa que se use tan alegremente el término. Considero que es mejor advertir que la ruta iniciada puede conducir a una dictadura, no que estamos en una.

Por el otro lado, ha sido realmente alucinante (por no decir escalofriante) escuchar la entrevista que dio el ministro Morgan Quero al periodista Jaime Chincha el pasado viernes en Canal N.

No solo no pidió disculpas por sus inaceptables declaraciones sobre las denuncias de violación a niñas awajún (que para él podrían ser “prácticas culturales”), sino que dijo que existe un “acoso sistemático” al Gobierno. Porque “lo encabeza una mujer se utilizan argumentos de debilidad”, señaló.

Habría que decirle que la presidenta es débil porque decidió ponerse en manos de este Congreso y porque no ha logrado implementar agenda alguna en favor del país. Es débil porque solo la respalda el 5% (Ipsos-América), el porcentaje más bajo de todos los tiempos. Eso no tiene nada que ver con que sea mujer.

El ministro Quero refleja bien el ADN de este gobierno. Cinismo, victimización y negación. Seguro sus declaraciones son aplaudidas en Palacio y quién sabe si, en el corto plazo, incluso llega a tener más poder del que, lamentablemente para el país, goza hoy.




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Giulio Valz-Gen Es socio de la consultora 50 + Uno