La última iniciativa de la bancada de Acción de Popular en el Congreso, un referéndum para cambiar la Constitución –respaldada por supuesto por el Frente Amplio y otros–, es solo uno de los tantos desatinos perpetrados desde el Parlamento, que muchos ya no dudan en calificar como peor que el que fue cerrado, ilegalmente en mi opinión, por el presidente Martín Vizcarra.
Ahora numerosos integrantes de la coalición vizcarrista que promovieron con entusiasmo la clausura del Congreso y luego festejaron con algarabía cuando el presidente lo disolvió se quejan y descubren que el nuevo Congreso es populista. ¿Y qué esperaban?
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Sin partidos políticos, en una elección irregular sin candidatos presidenciales, con algunas de las nuevas normas de la pésima reforma política impuesta por Vizcarra al Congreso anterior –sin publicidad electoral por radio y TV, prácticamente sin financiación privada formal, sin reelección, norma no vigente en ese momento pero en la práctica aplicada por casi todos– y en un ambiente propicio al populismo, era de esperarse que ocurriera lo que sucedió.
Lo advertí antes de esas elecciones, previniendo que las ideas populistas, estatistas e izquierdistas estaban avanzando: “Algunos analistas –no por casualidad de la coalición vizcarrista– sostienen que es imposible un triunfo de las izquierdas en el Perú porque la mayoría de ciudadanos es partidario del libre mercado. Esa es una teoría absurda y ridícula” (El Comercio, “Los buenos también pierden”, 19/10/19).
El criterio de libre mercado usualmente no es el fundamental para decidir el voto de los electores, que apoyan o rechazan a candidatos y partidos por otras razones. Y así lo fuera, los candidatos dicen una cosa en la campaña electoral y hacen cosas distintas cuando son elegidos. Por ejemplo, la mayoría de analistas no esperaba que la bancada mayoritaria, Acción Popular, fuera el foco principal del virus populista que ha contaminado al Congreso.
Pero esas ideas absurdas y ridículas eran las que querían escuchar y a las que daban crédito muchos, incluyendo a los que más podían ser afectados por una ola populista.
Observando la realidad objetivamente no era difícil prever lo que venía, como sostuve antes de las elecciones: “Así las cosas, muchos de los elegidos serán desconocidos que, como muestran los anteriores congresos, harán lo que les venga en gana en función de sus intereses particulares sin importar el partido que los llevó. […] En suma, es posible que el próximo Congreso esté integrado por personas de baja calidad y sin mucha experiencia. Es probable también que esté fragmentado. Y […] será proclive al populismo” (“Gestión”, “2020: El año de la incertidumbre”, 27/12/19).
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Y citaba el libro sobre el populismo de Madeleine Albright: “Los buenos no siempre ganan, sobre todo cuando están divididos y menos resueltos para la acción que sus adversarios. El deseo de libertad puede germinar en cualquier persona, pero también la inclinación a la complacencia, el desorden y la cobardía. Y perder tiene un precio”.
Ya estamos viendo el resultado de que ganen los irresponsables, los ineptos, los demagogos, los populistas. Pero eso es una pequeña muestra de lo que puede venir el 2021.
Y termino con la misma conclusión que adelanté hace varios meses: el resultado de las elecciones congresales comprueba que la labor destructiva del presidente Vizcarra y la coalición que lo respalda ha logrado aniquilar a sus adversarios y al mismo tiempo ha dejado expedito el camino para el surgimiento de líderes populistas que, aprovechando la demolición institucional y el descrédito y desconfianza que han sembrado Vizcarra y sus aliados, puedan tentar el poder el 2021, con consecuencias catastróficas para el Perú (El Comercio, “El populismo se aproxima”, 1/2/20).
Otrosí digo. Uno de los varios científicos que opinan que las cuarentenas son un fracaso y que cuestan más de lo que aportan es el premio Nobel Michael Levitt. “Creo que el verdadero virus fue el virus del pánico”, afirmó. “Creo que los líderes entraron en pánico y la gente entró también. […] Creo que las cuarentenas no salvaron ninguna vida”.