El Reglamento del estipula que la inscripción de las listas de candidatos para la elección de la –que incluye a la presidencia del Congreso– se realiza hasta 24 horas antes de la fecha prevista para el escrutinio. Dado que las elecciones siempre se programan entre el 25 y el 27 de julio –y con la cercanía del mensaje a la nación del 28 de julio–, es un despropósito que debe ser modificado.

Las rondas de negociaciones para la elección de la MD se hacen en total hermetismo y en reuniones realizadas fuera del Congreso. Si bien los nombres son voceados con al menos una semana de anterioridad, las bancadas siempre esperan hasta el último momento para formalizar sus fórmulas.

Esta demora tiene un propósito: no dejar tanto tiempo para que se divulguen los antecedentes o denuncias contra sus candidatos. Pero hay un problema aún mayor: no permite a la ciudadanía conocer cuál es el plan de los candidatos para dirigir el ¿Qué priorizarán? ¿Cuál es su postura sobre la reforma del sistema de pensiones? ¿Impulsarán leyes a favor de la? ¿La agenda declarativa seguirá predominando? ¿Cuál es su postura sobre el dictamen que modifica la definición de organización criminal? ¿Impulsarán la iniciativa que regula a las ? Estos son algunos de los temas que han abierto debate y sobre los que sería oportuno conocer la postura de los que aspiran al trono legislativo.

Si apuntamos más alto, podríamos pensar en un debate entre los candidatos a la presidencia del Congreso, en el que cada uno presente su plan, no solo legislativo, sino de reforma estructural del Legislativo. Con una agenda presentada podríamos aspirar a un poco de predictibilidad que recuperaría algo de la institucionalidad perdida en el Parlamento.

La elección de la MD no puede reducirse a la suma y resta de votos o los endosos de bancadas a cambio de ciertos beneficios administrativos como las presidencias de comisiones. Si bien estas negociaciones son parte de las dinámicas políticas, el Congreso podría mostrar algo de decencia con la exigencia de un plan articulado de los candidatos. Es lo menos que podríamos exigirle a un Legislativo tan desprestigiado como el que tenemos ahora.

Recién estamos por entrar a julio, por lo que la saliente presidencia del Congreso podría articular los pasos necesarios para establecer los mecanismos que propicien la presentación de un plan de los candidatos que buscan controlar el Parlamento en el período 2024-2025. De no hacerlo, la próxima administración legislativa tendrá igual o peor legitimidad que la que le cede la posta.

Sería contradictorio que los congresistas que suelen alegar que debaten hasta la madrugada por amor a su trabajo se nieguen a debatir su plan para administrar las riendas legislativas.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Martin Hidalgo Bustamante es Jefe Editorial