Nunca más oportuno el lema de CADE Ejecutivos 2023, “Creer para crecer”, que comienza en Cusco esta semana, cuando se necesita contrarrestar la tendencia pesimista imperante en ciudadanos y empresarios del país. Veamos.
El 2023 es un año sumamente difícil para el Perú, con alta inflación y una recesión técnica por decrecimiento en diversos sectores. Es cierto que toda la región sufre, ya que las causas principales son las guerras en Europa, los problemas en China y la gran inestabilidad del dólar, pero aquí se agravó por problemas políticos y sociales que incrementaron la desconfianza y el temor en ciudadanos e inversionistas.
Sin embargo, como lo mostró el gerente general de Arellano, Héctor Guerra-García, en el evento PlanificAr 2024, hay muchos datos interesantes que son poco conocidos. Por ejemplo, aunque mal de muchos sea poco consuelo, es bueno saber que nuestra inflación proyectada para este año (3,8%) será mucho menor que el 11% de Colombia y que nuestro pobrísimo crecimiento del 0,5% será superior al proyectado del -0,5% de Chile. Pero, por otro lado, debe conocerse que tendremos un superávit de 14 mil millones en la balanza comercial (casi 20% de las reservas internacionales, que también aumentaron), que el ahorro de las personas crece en 4,1%, que hay un 3% de incremento del empleo formal y que el sol ha resistido a los vaivenes del dólar mejor que cualquier moneda del mundo.
Paralelamente, las proyecciones del 2024 son también bastante positivas, pues consideran una salida rápida de la recesión y una inflación muy baja (ya fue negativa, -0,3%, en octubre). Incluso si se diera el fenómeno de El Niño, todos predicen un “rebote” en el consumo y la producción. No se olvide, además, que la gran baja en algunos sectores, como la construcción, tiene como comparación al 2022, año de gran crecimiento.
Completando este panorama, que equilibra el muy sombrío al que casi nos hemos acostumbrado, las fuertes críticas a la inacción del Gobierno parecen haber logrado que este reaccione y anuncie medidas para mover la economía. Es cierto que las inversiones en gran infraestructura pueden tomar tiempo, pero la facilitación de trámites para la minería, las ayudas a las mypes y los subsidios a la vivienda social tendrán un efecto multiplicador mucho más rápido.
En fin, siendo el 2023 un año difícil, pero donde ya se empieza a ver la luz, se necesita un “‘shock’ de optimismo” para aprovechar esa tendencia. Para ello, es importante que los mismos empresarios asuman el desafío de no solamente creer para crecer, sino, en buen peruano, de creérsela, motivarse, para que, junto con ellos, todo el país comience a avanzar en la buena dirección. Este CADE es la gran oportunidad para empezar a cambiar.