Un apagón que empezó el viernes en la mañana y afectó a Cuba entera por casi 72 horas comprobó, una vez más, que no hay ejemplos de países comunistas exitosos. Esto nos recuerda la célebre frase de Margaret Thatcher: “El problema con el socialismo es que tarde o temprano te quedas sin el dinero de los demás”.
En el caso cubano, el régimen ya no puede exprimir más a su gente y su más reciente benefactor –la República Bolivariana de Venezuela– dejó de ser generoso con Cuba porque el socialismo empobreció a ese pueblo también.
Sin dinero ni reformas, Cuba se está atrasando en el tiempo, pues la falta de electricidad hace imposible la vida moderna. Sin esa energía no hay luz, no hay refrigeración, no funcionan teléfonos ni celulares, no se abastece el agua, se genera escasez de alimentos, la gente cocina con leña y usa velas de noche, etc. El socialismo cubano no atendió al sistema eléctrico por décadas y ahora no tiene los fondos para tener un sistema moderno.
El gran apagón representa un enorme problema político para el régimen. Después de todo, la revuelta del pueblo cubano a escala nacional en julio del 2021 se inició en parte por la falta de electricidad. Los apagones no son nuevos en Cuba ni dejarán de serlo, por lo que el descontento del pueblo solo seguirá creciendo.
Según una encuesta del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), que se hizo en mayo y junio de este año, los apagones representan la mayor preocupación de los cubanos, solo superado por la crisis alimentaria que azota el país.
Tan grave es la situación cubana que, según el mismo régimen cubano, entre el 2022 y el 2023, un poco más de un millón de cubanos –un 10% de la población– han emigrado. Según el demógrafo Juan Carlos Albizu-Campos, la cifra real es mayor. Él calcula que la emigración es de 1,8 millones de cubanos, cifra que representa el 18% de la población. En cualquier caso, esto constituye la mayor ola migratoria en la historia de Cuba y mucho más que la de 1980, cuando llegaron 125.000 cubanos a Estados Unidos.
Cuba está viviendo la peor crisis de la revolución. Según el OCDH, la desaprobación de la gestión económica y social del régimen ha llegado a un récord del 91%. No sorprende. El 89% de la población vive en la pobreza extrema. Por escasez o falta de recursos, solo el 15% realiza tres comidas diarias.
En teoría, el socialismo atiende las necesidades básicas de la gente, pero, como no genera riqueza, en Cuba el Estado ha recortado esos apoyos. Por lo tanto, la mayoría de la gente reporta tener “problemas incluso para comprar lo más esencial para sobrevivir”, según la OCDH. El sistema de salud pública es valorado negativamente por el 89% de la población.
Más de 600.000 cubanos viven sin agua potable, según el régimen cubano. Pero el OCDH calcula que son casi dos millones de cubanos los que viven con una falta de agua y “la mayoría de la población no tiene agua de manera estable y permanente”. De hecho, pueden pasar semanas o meses sin agua.
Albizu-Campos resalta datos respecto de lo que llama la crisis humanitaria de Cuba: la mortalidad infantil ha crecido, la mortalidad materna ha aumentado a niveles de los años 30, la malnutrición afecta al 42% de los niños, y entre el 2011 y el 2021, la esperanza de vida cayó en siete años.
En 1989, cuando todavía vivía de la Unión Soviética, Cuba produjo 289.000 toneladas de carne. Para los primeros seis meses de este año, solo produjo 15.200 toneladas. El apagón cubano es una metáfora de un socialismo que, en vez de energía o riqueza, ha generado solamente miseria.