(Foto: Archivo El Comercio)
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Rolando Arellano C.

Los censos nacionales existen desde hace muchos siglos, siendo el más famoso sin duda el de hace 2000 años que hizo que José y María viajaran a Belén y naciera Jesús en un pesebre. Pero las razones por las que se hacen hoy no son las mismas que las de antes.

Durante mucho tiempo los censos sirvieron fundamentalmente para saber cuántas personas había en un país y cuáles eran sus características básicas. En el Perú eso fue muy importante sobre todo en los últimos cincuenta años porque allí se dio la mayor explosión demográfica de nuestra historia. Así, en 1821 el Perú tenía alrededor de un millón de habitantes y demoró 140 años en llegar a diez millones. Pero desde 1960 solo necesitó 50 años para triplicarse y llegar a los 30 millones que, aparentemente, somos hoy. Más impactante fue el cambio de Lima, que en la independencia tenía 60,000 vecinos y llegó a dos millones en 1960, pero de esa fecha a hoy con las migraciones aumentó su tamaño en 5 veces. Dados esos cambios tan rápidos e inesperados, era muy importante hacer cada cierto tiempo censos que nos digan cuántos éramos y dónde vivíamos. De otra manera no sabríamos dónde se necesitaban más escuelas y en dónde hospitales o carreteras.

Recientemente la situación ha cambiado un poco, pues el crecimiento demográfico se ha hecho más lento, y la cantidad de población varía mucho menos. Pero paralelamente, sobre todo en los últimos 15 años, lo que sí ha cambiado mucho es el nivel de bienestar de las familias y la variación de fuentes y símbolos de estatus que fueron inamovibles por siglos. Así, en un tiempo muy corto han dejado de ser datos de diferenciación social el tener casa propia, auto, refrigeradora o educación superior, y cambiaron las fuentes de ingreso, creciendo mucho el empresario independiente y el aporte de la mujer a la economía fuera del hogar. Incluso cambió la estructura social, dejando de ser una pirámide de pocos ricos y muchos pobres para convertirse en un rombo –al medio hay sitio– con una clase intermedia más numerosa y fuerte. Y seguramente el censo traerá más sorpresas, como quizás que las zonas rurales de hoy no son tan pobres y aisladas como muchos suponen, y tal vez que las razas no son como siempre se supuso, un indicador de riqueza en el país.

Y por eso la importancia del censo del próximo domingo es mucho mayor hoy, porque además de saber cuántos somos, nos permitirá saber cómo nos ha estado yendo en los últimos años. O para ponerlo en tono musical, más que el “Déjame que te cuente” de Chabuca Granda, este censo servirá para el “Cuéntame cómo te ha ido” de la conocida canción del grupo español Fórmula V.