La necesidad de hacer cambios en la manera en la que interactúan la política con la economía y las medidas fiscales con las monetarias han dominado las declaraciones del nuevo ministro de Economía y Finanzas, Kurt Burneo, durante sus primeras dos semanas en el cargo.
En el primer caso, Burneo ha hablado de la necesidad de “poner en cuerdas separadas la política de la economía”. Esto es, por supuesto, mucho más fácil de decir que de hacer en un contexto en el que los golpes a la reactivación económica provienen de la propia incapacidad del Ejecutivo para generar confianza entre los agentes económicos.
Es importante recordar que, precisamente, la confianza era la que antes permitía que los inversionistas caminaran con cierta tranquilidad por el campo de batalla de la política peruana. Esto era posible debido a que sabían que, pasara lo que pasara, algunas cosas iban a permanecer inamovibles: un entorno positivo para la inversión, el respeto a las reglas de juego y la estabilidad macroeconómica.
Las dos primeras condiciones de esa lista suenan como un viejo recuerdo en medio de las declaraciones del presidente Pedro Castillo y del premier Aníbal Torres sobre la necesidad de una asamblea constituyente y los cambios abruptos e inconsultos en la regulación laboral.
Y la que permanece, la de la estabilidad macroeconómica, parece también ahora estar en riesgo. Luego de advertir que la economía peruana puede entrar en una recesión, Burneo ha anunciado un plan de reactivación que implica aumentar el gasto público.
Esta política fiscal “claramente expansiva” –que se reflejará en el presupuesto que el MEF propondrá al Congreso– responde a un intento por “revertir” los efectos de la política monetaria del Banco Central de Reserva (BCR), pese a que hace unos días hablaba de la necesidad de “armonizar” ambos esfuerzos.
En sencillo, mientras el BCR está elevando sus tasas de interés para reducir la demanda y quitarle oxígeno a la inflación, el MEF planea gastar más para alimentar la demanda y promover el crecimiento de la economía.
Que el BCR y el MEF jalen la cuerda en dos sentidos distintos es una receta terrible para que se desperdicien recursos fiscales y no se consiga ni reducir la inflación ni impulsar la reactivación económica. Esto se hace aún más peligroso en un contexto de altísima incertidumbre sobre los ingresos del país por la tendencia a la baja del precio del cobre.
Más allá de soñar con que la economía pueda divorciarse de la economía y que el BCR y el MEF compitan entre sí, creo que las cuerdas que Burneo debería buscar volver a entrelazar son las que unen al MEF con el resto del Ejecutivo, de modo que todos sumen esfuerzos para generar confianza, impulsar la inversión privada y generar empleo, porque no existe ningún plan de reactivación que pueda lograrlo por sí solo.