Cultura política peruana, por Francisco Miró Quesada Rada
Cultura política peruana, por Francisco Miró Quesada Rada

A veces creemos que culta es una persona que sabe todo, que nos llena de cifras y datos rebuscados por la cantidad de información que maneja y ha retenido en su memoria. Es un todoterreno. Por eso, lo llamamos también erudito.

Desde luego el erudito es culto, pero no todo culto es erudito, porque el concepto de cultura significa más que saber y acumular información. No todo sabio es un erudito.

Eruditos en política (aquellos que saben y tienen una gran información sobre la teoría y la práctica política, en este segundo caso un conocimiento detallado de la coyuntura política de su país y del mundo) son pocos.

Sucede que la palabra ‘cultura’, desde una perspectiva más amplia, no se queda solo en el saber y conocer. Implica prácticas, actitudes, valores, costumbres, creencias y tradiciones de un pueblo. Desde esta perspectiva, que es antropológica, la cultura democrática es el conjunto de valores, costumbres, tradiciones, actitudes, creencias y prácticas democráticas de un pueblo.

Aquí empiezan los matices para determinar la cultura política. Saber si es democrática o autoritaria. Por ejemplo, hace algunos años cuando asistía a congresos de ciencia política o de derecho constitucional, los académicos anglosajones, estadounidenses e ingleses, y algunos europeos andaban muy intrigados por la ruptura del orden constitucional (golpes de Estado) en América Latina y por la tranquilidad con que la gran mayoría de personas tomaban este hecho autoritario. Es más, muchos lo festejaban, salían a las calles para apoyar la nueva dictadura.

La respuesta era simple. En América Latina existe, y antes había más, una cultura autoritaria arraigada en diversos sectores. Si bien es cierto que hay también una oposición a estos golpes, esta es una minoría. Por fortuna, esto ha cambiado un poco. Sin embargo, tenemos un alto porcentaje de personas que estarían dispuestas a apoyar un golpe y a una dictadura. Es cierto también que muchos, en las últimas décadas, han asumido valores democráticos. Ahora existe un conflicto entre estos y las creencias autoritarias. Así, el cerebro político del peruano está dividido en dos. En esas circunstancias, tiene que cerrarse a favor de la democracia. 

Aún nuestra sociedad es una mezcla de cultura política parroquial, con la de sujeción y participación. Estos tres tipos de cultura política fueron definidos por los politólogos estadounidenses Gabriel A. Almond, G. Bingham Powell y Sidney Verba.

La cultura política parroquial –según estos autores– es una yuxtaposición de culturas políticas locales, basada en la villa, el clan, la etnia y la región. En este caso no se puede hablar de una cultura política nacional. Es precisamente en este contexto que se formaron, en América Latina, el caudillismo y el clientelismo, porque no éramos una sociedad de masas organizada en instituciones de intermediación ni teníamos un sistema que se independizara de la voluntad del caudillo y de los vericuetos del toma y daca que significa el clientelismo. La política es más vertical que horizontal. A diferencia de la cultura política parroquial, la de sujeción supone que los miembros del sistema conocen y tienen conciencia de su existencia, pero son pasivos en cuanto a la participación. En cambio en la cultura de participación, los ciudadanos creen que pueden cambiar la marcha de un sistema o de un gobierno por medios diversos: elecciones, manifestaciones públicas, peticiones, organizaciones como grupos de presión y partidos políticos, consultas ciudadanas.

Los tres tipos de cultura política están mezclados en el Perú como se ha indicado, aceptamos el y el clientelismo, pero ya empezamos a cuestionarlos. Existen formas de participación, porque tenemos elecciones y hasta revocatorias, lo cual supone saber que podemos cambiar las cosas, pero a la vez aceptamos de alguna manera el sistema, somos pasivos e indiferentes para actuar sobre él y mejorarlo. 

Salir de esta situación hacia una cultura auténticamente democrática y de participación nos está costando, nos costará, porque esta mezcla no va solo en una dirección, sino en varias e igualmente no está solo en una clase social, sino en todas.