"El daltónico es otro", por Salvador del Solar
"El daltónico es otro", por Salvador del Solar
Redacción EC

La imagen se propagó por Internet hasta convertirse en uno de esos episodios en los que millones de personas terminan hablando de una misma cosa al mismo tiempo. No se trató de una macabra ejecución por parte del ni de una nueva foto de la expansiva vista posterior de , nada de eso. Porque esta vez el morbo no estuvo involucrado en la consagración del trending topic.

Fue otro apetito el que hizo circular la foto de un por las redes y la mantuvo reapareciendo durante horas en todo tipo de pantallas y en varios continentes. A saber, la tan humana necesidad de dejar establecido que tenemos la razón y que quienes nos contradicen están rotundamente equivocados.

Porque es inadmisible que un vestido tan obviamente blanco con dorado pueda ser negro con azul; porque alguien tendría que haber diagnosticado antes a tanto empecinado daltónico que anda invocando colores que sencillamente no están; porque hay asuntos sobre los que se puede discrepar, por supuesto, pero para ponerse a cuestionar lo que es a todas luces evidente, hace falta un elevado grado de miopía o necedad.

Pero el vestido de la foto, quién lo hubiera creído, resultó ser azul con negro. Y resultaron ser los otros quienes estaban en lo correcto —los daltónicos, los miopes, los necios—.

Uno diría, entonces, paradójicamente, que no debemos confiar a ciegas en nuestros propios ojos. Pero no hace falta exagerar. Porque, en realidad, solemos confiar ciegamente en cosas bastante menos evidentes que las que tenemos delante. Como nuestras ideologías, por ejemplo, o los modelos que usamos para interpretar la realidad; visiones inevitablemente selectivas que, vale la pena recordarlo, implican siempre cierta dosis de ceguera.

Semanas atrás, el Pew Research Center publicó su encuesta sobre la satisfacción de los países en desarrollo con su sistema político. Que el Perú se encuentre entre los países menos políticamente satisfechos del barrio no es una novedad. Pero que en toda la región seamos los segundos con la más alta percepción de que los ricos tienen demasiada influencia política —81% de los encuestados respondió en ese sentido— sí es algo que debiera preocuparnos.

Porque también el Latinobarómetro advertía en el 2013 que quienes consideraban que nuestro país es gobernado en beneficio de todos no alcanzaban a ser ni el 20% de los encuestados.

Estos datos ponen en evidencia el endeble respaldo ciudadano con el que cuenta nuestro sistema político y lo vulnerable que sigue siendo nuestra tierra a un engañoso discurso populista, perspectivas que no suelen percibirse en la foto cuando limitamos nuestra mirada a la sola lectura de cifras económicas.

¿Cómo va el Perú, entonces? No todos lo vemos de los mismos colores. Y no siempre está claro, en definitiva, quiénes son los daltónicos, los necios, los verdaderos miopes.