"Darth Burga", por Pedro Canelo
"Darth Burga", por Pedro Canelo
Pedro Canelo

Ver la foto de esposado rumbo a una carceleta solo es comparable con el momento final de "El regreso del Jedi", cuando Luke Skywalker le quita la máscara a su padre Anakin (alias Darth Vader). Con la barba trasnochada, la sonrisa nerviosa y el peso de una culpabilidad por mayoría de votos. El escenario previsible es que lo extraditen a Estados Unidos, lo interroguen y, si acepta culpabilidad, se cierre el tema con el pago de una millonaria fianza. Si Burga pelea por su inocencia esto demorará más, aunque su permanencia en el fútbol se hará insostenible. Pase lo que pase, la mancha quedará indeleble y no saldrá ni con lejía comprada en la bodega de Don Pepe. A pesar de que aún no se confirma su participación en el escándalo del FIFAGate, Manuel Burga hace muchos años ya era parte del lado oscuro del fútbol

Como el típico malo de las películas, Burga tenía que ser vencido por una fuerza mayor, un Superman, un héroe de DC Comics atendiendo las necesidades de la Ciudad Gótica del fútbol (la Videna de San Luis). No fue un periodista peruano, tampoco un inoportuno congresista, mucho menos un Fiscal de la Nación. Nada. Tuvo que ser la justicia estadounidense la que pronuncie los primeros indicios de corrupción y lavado de activos en el ex presidente de la Federación Peruana de Fútbol. Era inevitable escuchar a Loretta Lynch, secretaria general de Justicia de los Estados Unidos, en pleno discurso sobre las nuevas denuncias del FIFAGate y no recordar al personaje de Harvey Dent en "Batman, el Caballero de la Noche", ese personaje obsesionado con fumigar el mínimo rastro de corrupción en su localidad. Parece cine todo esto. Un fotógrafo que cubrió el recorrido de Burga al penal de Ancón me dijo que tuvo la sensación de ver a Voldemort de Harry Potter en 3D.

Decimos que, al margen de su culpabilidad no confirmada, Manuel Burga besó el lado oscuro porque en algún lejano momento fue un Anakin con buenas intenciones. Llegó al fútbol como dirigente de Adecore y luego hizo una carrera veloz hasta llegar al máximo poder. Se atrincheró en el sillón siguiendo los peores ejemplos de Grondona en Argentina y Blatter en Zúrich. Nunca formó bases en el fútbol peruano, solo se alimentó de aliados fáciles como los presidentes de las ligas departamentales, esas mentes brillantes que siempre votaron por él y que nos avergüenzan todas las semanas con la tragicómica Copa Perú. Manuel Burga está encarcelado y tendrá que responder por cada acusación. Digamos que la justicia norteamericana sacó su mejor espada Jedi para arrinconar al caballero de traje negro. Pero todo Darth Vader siempre tiene descendientes no reconocidos y esos están caminando por los pasillos de la Videna con la apariencia inofensiva de un Ewok. Mientras ellos sigan allí, ninguna guerra del fútbol se habrá terminado.