La Organización Mundial de la Salud (OMS) está pronosticando que la pandemia de COVID-19 empeorará en las próximas semanas en América Latina, y varios funcionarios me dicen que es probable que no se logre controlar en la región hasta finales de este año, o principios del 2022.
Eso significaría que en América Latina la pandemia sería derrotada mucho después que en Estados Unidos. El presidente Joe Biden anunció esta semana que espera terminar de vacunar a la totalidad de los casi 300 millones de estadounidenses en edad de vacunación en setiembre.
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El retraso de América Latina en la lucha contra la pandemia no solo sería una mala noticia para la región, sino también para Biden y para ciudades estadounidenses como Miami o Nueva York, donde mucha gente vive del turismo y el comercio con la región.
Más de 20 millones de turistas latinoamericanos visitan Estados Unidos anualmente, y el comercio de Estados Unidos con la región llegó a US$1,9 billones en el 2019.
Todo esto debería ser una razón urgente para que Biden intensifique sus planes de revertir la estúpida política del expresidente Donald Trump de no unirse a la iniciativa Covax de las Naciones Unidas y la OMS para ayudar a los países en desarrollo a obtener 2.000 millones de vacunas para fines de este año. Estados Unidos no puede derrotar la pandemia, ni reducir su impacto económico, si sus vecinos se siguen infectando.
Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la rama regional de la OMS, me dijo a principios de esta semana que es probable que la crisis del coronavirus en América Latina vaya de mal en peor en las próximas semanas.
Entre las razones que citó está el hecho de que es verano en América del Sur y millones de personas han viajado o no han mantenido la distancia social durante las fiestas de fin de año. Además, hay “un poco de fatiga” de coronavirus, después de casi un año de cuarentenas intermitentes en muchos países de la región.
Y encima de todo, el flujo de vacunas a la región está siendo mucho más lento que a Estados Unidos o Europa.
Cuando le pregunté a Barbosa para cuándo estima que la pandemia estará bajo control en América Latina, me dijo: “Sería una conquista histórica de salud si alcanzamos a hacerlo para el final del año”. Mi traducción: es probable que no pase hasta el 2022.
El plan global COVAX de la OMS tiene previsto distribuir 160 millones de dosis de vacunas en todo el mundo en marzo. La mayoría de los países latinoamericanos están entre los 190 países que participan en el plan, pero solo unos 10 de la región –los más pobres– califican para recibirlas gratuitamente.
Laurie Ann Ximenez-Fyvie, una reconocida profesora de medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México que acaba de publicar un libro titulado “Un daño irreparable: la criminal gestión de la pandemia en México”, me dijo que “el futuro de la pandemia en México se ve muy sombrío, porque ni siquiera hay un reconocimiento por parte del gobierno de que las cosas están mal”.
Ximenez-Fyvie agregó que las predicciones de que países como México y Brasil lograrán derrotar la pandemia hacia fines de año podrían ser demasiado optimistas, porque no toman en cuenta que están surgiendo nuevas cepas del COVID-19 que son más contagiosas que las actuales. “Apenas estamos viendo la punta del iceberg”, me dijo.
Por suerte, el gobierno de Biden ha dicho que se unirá al plan global de vacunación COVAX, aunque todavía no está claro de qué forma contribuirá.
Es poco probable que Estados Unidos exporte vacunas a países latinoamericanos antes de que se vacunen todos los estadounidenses en edad de vacunarse, pero Washington podría, como ya lo hacen los principales países europeos y asiáticos, ayudar a financiar la distribución de vacunas a los países en desarrollo. Eso no solo sería bueno para América Latina, sino que también sería bueno para Estados Unidos.
© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC
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