Las recientes acciones de los gobiernos de México, Brasil y Argentina sobre la invasión de Rusia a Ucrania son vergonzosas. La próxima vez que digan ser acérrimos defensores de la no intervención en asuntos internos de otros países deberían ser llamados como lo que son: hipócritas y cobardes.
Aunque los tres países habían condenado anteriormente la invasión rusa de Ucrania en las Naciones Unidas, junto con la gran mayoría de los países del mundo, desde entonces han estado socavando los esfuerzos internacionales para castigar a Rusia por su brutal e injustificado ataque a un país soberano.
El 20 de abril, los tres países latinoamericanos se negaron a unirse al gesto simbólico de la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, y los ministros de Finanzas de varios países europeos, que abandonaron la sala en una reunión del G-20 en Washington D.C. cuando iba a hablar el ministro de Rusia.
En cambio, los ministros de Finanzas de México, Brasil y Argentina permanecieron en la reunión, según el diario “La Nación”. Al no sumarse a quienes se retiraron, los tres países le dieron la espalda a los esfuerzos del mundo democrático para suspender a Rusia de organizaciones consultivas internacionales, como el G-20, y tácitamente le dieron una victoria propagandística al autócrata ruso Vladimir Putin.
Un día después, el 21 de abril, México, Brasil y Argentina no apoyaron una resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA) que suspendía a Rusia como observador permanente en la OEA.
La resolución de la OEA fue aprobada con 25 votos a favor, incluidos los de los gobiernos de izquierda de Chile y el Perú, y ocho abstenciones. Entre los países que se abstuvieron estaban México, Brasil, Argentina, Bolivia, El Salvador y Honduras.
El Gobierno de Ucrania está decepcionado por la falta de apoyo activo de algunos de los países más grandes de América Latina. Mientras que países tradicionalmente neutrales en otros lugares, como Suiza, Suecia y Japón, imponen sanciones al régimen de Putin, y algunos incluso envían armas a Ucrania, México, Brasil y Argentina ni siquiera están tomando medidas simbólicas contra Rusia.
Efectivamente, aunque los boicots internacionales probablemente no derrocarán a Putin, ayudan a enviar un fuerte mensaje al pueblo ruso de que Putin les está mintiendo y que el mundo democrático no apoya la invasión de Rusia.
Cada vez que México, Brasil o Argentina se abstienen de mostrar activamente su repudio a la invasión rusa, Putin puede decirle a su pueblo que todo el mundo en desarrollo está de su lado.
La ambigüedad de México y Brasil sobre la invasión rusa es aún más desafortunada porque ambos países tienen una historia de apoyo activo a las democracias occidentales, incluso con tropas, como cuando pelearon junto a los aliados en la Segunda Guerra Mundial.
Y estos países, al igual que Argentina, están contradiciendo sus propias pretensiones de ser defensores del principio de la no intervención en los asuntos internos de otros países.
¿Puede haber una intervención mayor en los asuntos internos de otro país que la invasión de Rusia a Ucrania, con hasta 190.000 soldados rusos que están bombardeando ciudades ucranianas y matando a miles de civiles? ¿Cómo es posible que algunos de estos países se proclamen “antiimperialistas” y no estén tomando ni siquiera medidas suaves contra la invasión rusa de Ucrania?
México, Brasil y Argentina tienen que ser más congruentes con sus propios principios. ¡Deberían mandar señales claras de repudio, aunque sea simbólico, a la sangrienta invasión rusa de Ucrania!
–Glosado y editado–
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