Esta semana me tocó estar en Bogotá, Colombia, representando a Recambio junto con Gabriela Vega Franco en el programa Leadership Academy for Development organizado por la fundación VélezReyes+ y el Center on Democracy, Development and the Rule of Law de la Universidad de Stanford, y hay algunos aprendizajes muy relevantes sobre el estado de la democracia en América Latina que quisiera compartir con ustedes.
Lo primero es que, indudablemente, atravesamos un período de deterioro o “recesión democrática”, como le llaman algunos, pero al mismo tiempo, la evidencia muestra que las democracias latinoamericanas han sido más resilientes de lo que se cree. Vemos hoy, por supuesto, casos críticos como el de Venezuela, pero la pelea por defender o recuperar la democracia es una que debemos seguir librando sin caer en el fatalismo.
Esto no significa minimizar las enormes amenazas que afronta la democracia en la región, siendo la principal de ellas el desborde de la criminalidad. El Perú no ha llegado a los niveles de México, Brasil o Colombia en su peor momento, pero es claro que, si no afrontamos con seriedad lo que ya estamos viendo aquí en conexión con las economías ilegales, podríamos llegar a un punto de no retorno.
Si bien los académicos de Stanford usan el concepto de “vaciamiento democrático” de los politólogos peruanos Alberto Vergara y Rodrigo Barrenechea para explicar lo que pasa en nuestro país, tengo la impresión de que la realidad peruana es tan cambiante que no alcanzan a distinguir lo que hace distinto a nuestro caso de otros en Latinoamérica. Pero no les falta curiosidad. La buena noticia es que hay muchas instituciones en la región que están trabajando –cuesta arriba– para mejorar la oferta política: RenovaBR, +CostaRica, +Uruguay, Extituto, Legisla, Potencia Argentina, Motriz, y, por supuesto, Recambio. Todas son parte de la red Democracia+, que se lanzó oficialmente esta semana en Bogotá por iniciativa de VélezReyes+.
Pero, como bien señala Laura Oller, quien lidera la práctica de liderazgo público en esta última organización, no basta con trabajar solo en mejorar la oferta política en nuestros países desde un enfoque de pluralidad y diversidad, sino que hay que trabajar también, y mucho, en la demanda política, como también apuntaron enfáticamente los profesores Francis Fukuyama, Beatriz Magaloni y Alberto Díaz-Cayeros.Aquí me estoy refiriendo al enorme problema que tenemos en el Perú por haber convertido a la educación cívica en la última rueda del coche. El Estado Peruano es fundamentalmente responsable de esto, pero no es algo que el sector empresarial o la sociedad civil deban asumir como ajeno.
En buena hora si el Estado Peruano reconoce su error histórico de haber menospreciado la educación cívica. Pero, aun si no lo hace, los demás sectores de la sociedad deben hacerse cargo de lo que esté a su alcance. En Recambio y Comité estamos trabajando con el reconocido startup Excuela para llevar la enseñanza sobre democracia y ciudadanía a públicos masivos en un formato lúdico y accesible. Y pronto tendremos novedades de proyectos muy interesantes que estamos desarrollando con instituciones educativas que entienden la responsabilidad que les toca asumir en esto.
Creo que los líderes empresariales y de la sociedad civil tienen un rol importantísimo aquí. El centro de trabajo debería ser el lugar donde uno aprende, también, a ser mejor ciudadano, a desarrollar pensamiento crítico, a entender los derechos y deberes que tenemos las personas, a dialogar respetuosamente con quienes piensan distinto. Recuperar la educación cívica para todos los peruanos es una gran cruzada que nos debe convocar a todos. Tengamos esa conversación y, sobre todo, pasemos a la acción.