Marilú Martens


Fue a fines de febrero pasado que el , como respuesta al preocupante brote de , declaró en estado de emergencia sanitaria a 59 distritos pertenecientes a 13 regiones. Tras el paso del ciclón Yaku, aquella medida demostró ser insuficiente. Así, el pasado 10 de mayo, el Ministerio de Salud (Minsa) anunció la ampliación de aquel estado de emergencia a 20 regiones por un plazo de 120 días. La razón: más de 69 mil casos de dengue y 72 fallecidos, cifras que, en menos de cinco meses, superan el total registrado en el 2017, año de uno de los mayores desastres naturales en la historia reciente del Perú.

La pregunta, nuevamente, es si esta medida bastará para reducir los casos. La relación entre los fenómenos climatológicos y las epidemias de enfermedades vectoriales es un problema de gran urgencia, dados los tiempos que vivimos. Y, como sabemos, aún no existe una vacuna contra el dengue que esté acreditada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), por lo que las acciones para enfrentar esta epidemia deben elegir otros caminos. Hoy, la ayuda humanitaria y las campañas de prevención son la única salida a este desastre.

En ese sentido, saludo las iniciativas que el Estado –a través del Minsa–, así como diversas ONG y empresas privadas han llevado a cabo en los últimos meses. Entre ellas, contamos con Latam Airlines Perú y la asociación civil Juguete Pendiente, autores de la campaña #JuntosNosHacemosCargo, quienes lograron recolectar más de 17 toneladas de víveres, productos de primera necesidad y agua (esencial para prevenir las infecciones de dengue), para enviarlos a Piura, Trujillo y Chiclayo, con ayuda del movimiento Hombro a Hombro y la ONG Tierra y Ser.

Cáritas del Perú y RPP también pusieron de su parte con la campaña Perú Da la Mano, enfocada en recolectar alimentos, ropa, materiales de construcción y productos de higiene para el centro poblado de Posco Misky, en Arequipa.

Desde el extranjero, asimismo, la ONG Solman ha iniciado una campaña de recolección de fondos para kits de emergencias que incluirán alimentos, productos de higiene y material educativo que ayude a la prevención de enfermedades infectocontagiosas. Estos serán enviados al distrito de Pueblo Nuevo, en la provincia de Chepén (La Libertad).

Nosotros, en CARE Perú, también estamos intentando poner nuestro grano de arena. En ese sentido, para la campaña #PrevenirEsVivir, que apunta a mitigar los brotes de las enfermedades vectoriales emergentes por intensas, hemos contemplado dos estrategias: por un lado, una campaña comunicacional de la mano de entidades e instituciones de la salud, para informar y brindar recomendaciones que eviten estos brotes; por el otro, una campaña de recaudación para llevar kits con agua segura y artículos de higiene y protección a las familias afectadas.

El final de esta emergencia sanitaria todavía no está a la vista. Todo lo contrario: la comisión multisectorial encargada del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (Enfen) informó que existen altas probabilidades de que El Niño costero llegue a nuestro país a partir de junio. Asimismo, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) emitió una alerta extraordinaria para advertir que hay un 62% de probabilidad de que a partir de esa misma fecha se presente un fenómeno de El Niño global.

Pero aquí no se trata de dejar la responsabilidad en manos de los organismos estatales y la declaratoria de estados de emergencia. Como actores de la sociedad civil, tenemos la agencia suficiente para extender una mano de ayuda a nuestros hermanos damnificados. Hay iniciativas que esperan nuestro apoyo. Desde la posibilidad que cada uno tenga, tratemos de impedir que las cifras de infectados y fallecidos continúen incrementándose, y en cambio logremos un récord histórico distinto: el de la más grande solidaridad que el Perú alguna vez haya visto.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Marilú Martens es directora de CARE Perú