Una búsqueda de noventa minutos, en medio de una selva perpetua y lejos de los ojos de Dios. Los bosques sucesivos, el miedo insistente y un grito de protesta que pide ecos en cada butaca de la sala. Eso es “Desaparecer”, la última película de Dorian Fernández (“Cementerio General”) y un nuevo estreno para comentar en el cine peruano. La historia de Giovanni (Ismael La Rosa), un apurado hombre en incesante estado de emergencia que viaja a la Amazonía con la misión más urgente: encontrar a su pareja Milena (Virna Flores). La película se llama “Desaparecer” pero desde hoy se mostrará en todas partes.
Largometraje con ingredientes del cine de suspenso, con rompecabezas narrativo en tiempo real pero también con denuncia. “Desaparecer” nos presenta un problema tan eterno como ignorado: la explotación y tráfico ilegal de materia prima en la selva peruana. En un país como el Perú sobrepasado por los conflictos sociales como Conga y Tía María es una buena noticia que se apueste por el cine con protesta y contenido. Con películas como “Atacada” y “Desaparecer” se recupera ese espíritu rebelde de cintas como “La boca del lobo” o hasta “Paloma de Papel” que nos enfrentan a esa realidad adversa que las autoridades oficiales no pueden (o no quieren) ver.
“Desaparecer” tiene elementos para entretener pero también colisiona con una realidad adversa de una zona selvática que viaja en la nave del olvido. Basado en un caso emblemático de tráfico ilegal de materia prima (el Palo de Rosa), esta producción tiene también el mérito de una trabajada fotografía (sobre todo en tomas panorámicas del Amazonas) y un acertado casting de actores (ver juntos a Teddy Guzmán y Reynaldo Arenas siempre se agradece). El hilo narrativo es una búsqueda incansable y se mantiene desde el minuto quince hasta un cierre de película atípico en la historia del cine nacional.
Ismael La Rosa y Virna Flores hace mucho tiempo dejaron de ser la carismática pareja de “La Rica Vicky”. Hace unos meses emprendieron el viaje con “Kontenedores”, una propuesta de teatro itinerante muy audaz. Con “Desaparecer” asumieron un riesgo serio que merece tribuna y difusión. Salieron de la zona de confort de la telenovela fácil y han decidido aportar a un cine de protesta que ayudará en este colisionado Perú, donde solo hay reacción después de las más irreversibles consecuencias.
El cine peruano crece en cantidad pero aún tropieza en la búsqueda de la calidad. “Desaparecer” puede gustar o no pero intenta caminar por una vía auxiliar. Tenemos cintas nacionales que hacen reír, de terror, que compiten en festivales y otras que dan vergüenza ajena. Esta cinta suma una variante: el cine que denuncia. Su nombre habla de una desaparición pero está hecha para que podamos encontrarnos.