Diana Seminario

En un enero particularmente cálido, los pañuelos no suelen ser una prenda popular, pero para algunos es un accesorio infaltable e imprescindible. Es por eso que llama la atención que en pleno verano haya quienes insistan con algo tan fuera de temporada.

Valga la analogía para referirnos al ‘relanzamiento’ de , quien asumió la presidencia de la República entre noviembre del 2020 y julio del 2021. El excongresista se encuentra en una suerte de tour mediático. Él, tan exquisito en conceder entrevistas o en adherirse a pronunciamientos, de pronto no solo se muestra proclive a estas, sino que incluso apareció el 31 de diciembre con un mensaje dirigido a “todos los peruanos”.

En estos primeros días del 2024, hemos visto a Sagasti con más frecuencia que en los últimos dos años. Además de su mensaje a la nación y un artículo de opinión, el miércoles apareció disertando en un encuentro promovido por Capeco y la Confiep. Las imágenes difundidas lo muestran flanqueado por Aída García Naranjo, Carlos Neuhaus y Susel Paredes.

Desde su autoproclamada “superioridad moral”, escribió hace unos días: “Empecemos por mantener la ecuanimidad y la calma al expresar nuestro rechazo a la manera de gobernar de los numerosos incompetentes, prepotentes y egoístas que detentan el poder político en la actualidad”.

Solo para recordarle que, si el Ejecutivo le abrió la puerta a funcionarios incompetentes, fue gracias a su administración. El 26 de julio del 2021 –a dos días de irse– promulgó una resolución que rebajó los requisitos mínimos para ser secretario general de la Presidencia de la República. Esto permitió el ingreso del inefable Bruno Pacheco a la administración pública. Sin esa norma, Pacheco no hubiera podido hacer de las suyas.

En política no hay casualidades, por lo que esta exposición mediática de Sagasti no es algo improvisado; suena más bien al intento de los ‘coalicionistas’ (en referencia a la ya tan criticada ‘coalición ciudadana’) de encontrar en este político a un aliado (caleta nomás) para su objetivo de adelanto de elecciones y ‘promover el diálogo’.

En agosto del año pasado lo dijo claramente en una entrevista a “El País”: “Mi papel es contribuir a un adelanto de elecciones”. Sagasti es consciente de que el tiempo le juega en contra, por lo que precisó en dicha oportunidad: “Hay que ser realista, yo tengo 79 años. Si las elecciones son en el 2026, tendría 82, y tendría que hacer una campaña a los 80 años viajando por todo el país y luego gobernar el país desde los 82 hasta los 87 años”.

Sin embargo, en julio del 2022, decía: “Tienen miedo de que ante el adelanto de elecciones me lance como candidato”. Y la verdad es que, si las circunstancias le son favorables, no dudaría en asumir el encargo.

¿O ya nos olvidamos de que apenas vio la posibilidad de hacerse de la banda presidencial en el 2020 no lo dudó ni un minuto, pese a que horas antes el Partido Morado –en el que milita– invocó al Congreso a que se revierta la legítima vacancia de Vizcarra? En aquella oportunidad, su agrupación indicó en un comunicado que era necesario que “tanto el señor Vizcarra como su Gabinete retomaran sus cargos de inmediato para continuar la lucha contra la pandemia y la crisis económica”.

Sagasti sabe –por experiencia propia– que en el Perú nada es imposible. “En el Perú puede suceder cualquier cosa y, generalmente, sucede; entonces hay que estar preparados, y estar preparado significa tener en primer lugar una idea clara de quiénes pueden formar parte de esta convergencia”, ha dicho.

El pañuelo por la boca muere.

Diana Seminario es Periodista