Desencantos y realidades, por Luis Carranza
Desencantos y realidades, por Luis Carranza
Luis Carranza

En medio del pobre desempeño económico reciente, se empieza a cuestionar si el modelo que se viene aplicando los últimos 25 años ya se agotó y deberíamos cambiarlo. 

Es bueno entender que un modelo económico es un conjunto de principios fundamentales que se implementa a través de ciertas políticas económicas. Pese a tener los principios correctos, podemos fracasar si las políticas tienen errores conceptuales o si tienen errores de implementación. Por ello, para entender qué está fallando, hay que analizar los principios y las políticas que se han implementado.

Los principios fundamentales tienen que ver con libertades económicas, que es la otra cara de la moneda de las libertades políticas, que tiene todo régimen democrático. Entonces, cuando postulamos que el modelo se ha agotado, ¿proponemos que tenemos que ir, por ejemplo, a mayor participación del Estado? Si es así, este gobierno no ha hecho otra cosa que intentar por todos los medios de aumentar la participación del Estado en la economía. Entonces, el modelo no se agotó, sino que se intentó y se sigue intentando retroceder. 

¿El objetivo sería parecernos más a Venezuela, Argentina o Brasil? Cuando se analiza qué países lograron el desarrollo económico y social, vemos que el motor de la inversión privada lideró este proceso y la evidencia empírica nos muestra que la inversión privada deja de crecer cuando se recortan las libertades económicas y no hay mejoras en las instituciones que protegen los derechos de propiedad y los contratos firmados. Los principios fundamentales del modelo siguen plenamente vigentes.

En el segundo caso, afirmaríamos que se agotó el modelo porque las políticas implementadas, según los principios básicos, no han dado resultado y se requiere, por tanto, otro tipo de políticas, que implicaría modificar o alterar el modelo económico. Veamos si el antecedente es verdadero. ¿Este gobierno implementó políticas de atracción y facilitación de la inversión? ¿Hay alguna medida en algún sector productivo que haya incentivado el esfuerzo y la inversión de los agentes económicos? Revisando los mercados de bienes y de servicios, vemos un marco tributario más complejo y pérdida de competitividad por retraso de la infraestructura. Revisando los mercados de factores, vemos estancamiento en la mayoría de los casos y fuertes retrocesos en el mercado laboral. Si vemos los sectores productivos, se verifica el crecimiento desproporcionado de trámites, regulaciones, multas y demoras, especialmente en los sectores extractivos: hidrocarburos, minería y pesca.

Esta discusión es relevante porque la insatisfacción de la gente respecto al bajo crecimiento nos está llevando a intentar implementar malas ideas. Dos casos de malas ideas son la participación del Estado en el y poner límites a la propiedad de tierras.

En la discusión sobre el lote 192 no se trata de que Petro-Perú no está capacitado o que se pierde plata o que existen otras empresas públicas en otros países. El tema de fondo es que siendo el barril de petróleo un bien privado (existe rivalidad en consumo y posibilidad de exclusión) no es función del Estado entrar en la producción o financiación de esta actividad. Si fuese un bien público (seguridad, infraestructura básica) o si fuese un bien privado con altas externalidades (educación), entonces sí es función del Estado proveer o financiar el servicio. Todo el resto es confusión ideológica.

En el segundo caso, sobre limitar la propiedad de la tierra, el tema central es si existen economías de escala y ganancias de productividad o no. La respuesta es claramente que sí. No estamos en la Rusia del siglo XIX, donde el incremento en la concentración de la tierra, en una actividad agrícola sin ninguna economía de escala ni productividad, llevó al empobrecimiento mayoritario de la población y la consecuente revolución. Nuestro agro moderno con acumulación de tierras y de capital ha liderado el crecimiento de la productividad laboral en nuestro país en la década pasada, llevando a un fuerte incremento en empleo y en salarios. Nuevamente, el punto central no es la ideología, sino la productividad. 

Habrá que esperar que el próximo gobierno sí tenga la ruta clara y la habilidad para implementar buenas reformas económicas manejando las restricciones políticas y no se dedique, tal como lo hizo este gobierno, a hacer política a costa de la economía.