No hemos sido justos con el presidente Castillo. Hay que felicitarlo. Destituyó al exministro de Salud, Jorge Antonio López Peña, como se dice, “en una”.
El exfuncionario mandó a seis trabajadores del Minsa a depositar dinero para su expareja. Así lo reveló un informe del programa “Punto Final” de Latina la noche del domingo 23 de octubre.
Esa misma noche, el presidente anunció la destitución del entonces titular de Salud.
“Ante los hechos propalados por un medio de comunicación que involucrarían al actual ministro de Salud, y en aras de demostrar absoluta transparencia en mi gobierno, he decidido dar por concluida sus funciones”. Lo publicó en su cuenta de Twitter, ¡a las 10:36 p.m.!
Bastó el informe periodístico. No necesitó esperar procesos fiscales o judiciales. No se sentó a esperar “pruebas”. ¡No tolera la corrupción! ¡Ni siquiera indicios!
Habrá que alentar a Pedro Castillo a ser así de tajante consigo mismo. Sobre él hay más pruebas, testimonios y evidencias en varios casos de corrupción.
Son los “enemigos del pueblo”, alerta. Vienen con “desinformaciones, falsas acusaciones, calumnias inimaginables” (ayer en Palacio de Gobierno por el aniversario de la rebelión Túpac Amaru II).
La expareja del exministro López no puede comprar un departamento en Jesús María con transferencias inexplicables. La esposa del presidente Castillo sí puede cancelar préstamos y deudas con dinero obtenido inexplicablemente.
Los Castillo-Paredes están en el poder. Sobre ellos hay informes periodísticos e investigaciones fiscales preliminares bastante más sustentadas que las investigaciones sobre el exministro de Salud.
Los medios, sin embargo, para Castillo, quieren “desestabilizar al gobierno”. “Solo se emiten mentiras y noticias falsas”, dijo, por ejemplo, en su último mensaje a la Nación.
Ha repetido hace poco la monserga. La prensa miente y es sesgada. Está coludida con grupos de poder para acabar con la independencia de los poderes del Estado ( “Pedro Castillo ataca otra vez a la prensa…”. El Comercio, 19/10/2022).
Con respecto al exministro de Salud, Castillo no creyó que hubiera sesgo. Tampoco, un intento de desestabilizar al Gobierno. Hizo lo que tenía que hacer, incluso antes de un juicio.
El presidente es otro cuando él es acusado. Tampoco opta por la transparencia cuando se trata de su esposa o de su cuñada, Yenifer Paredes. A la lista de imputados hay que sumar a los otros cuñados, a varios sobrinos y varios amigos.
El presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, defiende al presidente. Repite que se le acusa sin pruebas.
“Hay una denuncia contra el presidente sin ninguna prueba –dijo Torres en mayo–, solamente con lo que se dice en los medios o con lo que dos personas están conversando por allí y a veces por la fotografía que se tomó con tal o cual persona”. (El Comercio, 30/5/2022)
Las pruebas se demuestran en los juicios. Para eso hay que investigar. Castillo y su Gobierno, sin embargo, no quieren ni siquiera ser investigados. Ni por la prensa ni por la fiscalía.
El presidente y sus ministros ocultan. Amenazan, además, al que señala la corrupción. Lo tratan de “enemigo del pueblo”.
Es una declaratoria de guerra, que hay que enfrentar con el derecho y la verdad. No nos dejemos amedrentar por los defensores de la impunidad.