¿Quién detiene el crecimiento?, por Roberto Abusada Salah
¿Quién detiene el crecimiento?, por Roberto Abusada Salah
Roberto Abusada Salah

El crecimiento económico de 6,4% en diciembre nos cogió a todos los economistas por sorpresa. Muchos empresarios incluso dudan de la veracidad de la cifra. Se nota, al mismo tiempo, cierta desazón entre algunos analistas de que el repunte de fin de año estropeara sus estimados más pesimistas.

El alto crecimiento de diciembre nos grafica el enorme impacto que tienen en la economía los megaproyectos mineros. En efecto, solo la minería metálica fue responsable por 2,5 puntos porcentuales del sorprendente 6,4% de diciembre. Sin la contribución de la minería, el crecimiento de 3,3% del 2015 hubiera sido muy cercano al 2%. 

Más importante aun, este impacto nos enseña la íntima conexión entre la minería peruana y el resto de la economía. Basta ver el fuerte crecimiento del sector eléctrico (6,2%) y cómo mantuvo en positivo a la manufactura primaria, que creció 1,7%. 

Sin duda, ha sido la minería de cobre la principal impulsora del crecimiento del 2015. La ampliación de Cerro Verde aumentó su producción mensual promedio de 12 mil toneladas a 40 mil toneladas en diciembre. La mina Constancia, que empezó el año pasado produciendo mil toneladas por mes, tuvo una producción de 14 mil toneladas en diciembre. Y Las Bambas, también en diciembre, tuvo su primera producción de 7 mil toneladas. 

El Perú el año pasado produjo más de 1,6 millones de toneladas de cobre fino y esta producción seguirá aumentando este año y el siguiente a medida que Las Bambas alcance plena capacidad y entre en producción la ampliación de Toquepala. 

Para el 2017, con una producción aproximada de 2,5 millones de toneladas, el Perú se posicionará como el segundo productor mundial de cobre y superará ampliamente a China.

En menor medida, el sector pesquero apuntaló el crecimiento con sus resultados de noviembre y diciembre (con tasas de 50% y 82%, respectivamente) y, aunque su peso en el PBI es pequeño por el lado extractivo, su contribución se vuelve significativa al sumársele la transformación industrial en harina y aceite de pescado.

Es un vicio de economistas –y especialmente de políticos– mirar a la economía parcelada en sectores, sin reparar que estas divisiones son arbitrarias y se hacen con fines puramente de clasificación. 

La economía es una sola y en el caso peruano la minería tiene una fuerte interrelación con todas las actividades económicas, como lo demuestran varios trabajos del Instituto Peruano de Economía (IPE). 

Un puesto de trabajo en minería genera indirectamente nueve empleos en el resto de la economía y producción adicional a través de todo el aparato productivo. Se genera diversificación industrial y el surgimiento de servicios que, de otra manera, no existirían. Ejemplos notables son las industrias de ingeniería, la metalmecánica y la eléctrica.

El crecimiento de 3,3% es, sin duda, una buena noticia, pero desnuda de manera palmaria nuestra incapacidad como país para aprovechar nuestras fortalezas y diferenciarnos del resto de países emergentes.

El daño que hemos infligido a nuestra sociedad con la paralización de importantes proyectos mineros por razones distintas a la voluntad empresarial es enorme. A ello se suma el atraso de innumerables proyectos de infraestructura y energía a causa de la incapacidad del gobierno en cortar la maraña de trámites que se multiplican sin control alguno.

Aunado a todo lo anterior, el resultado del 2015 (mejor al esperado) ha hecho pasar desapercibida la debacle en la inversión pública que se esperaba crezca 9% luego de su disminución de 2% en el 2014. Contrariamente a lo planeado, esta inversión cayó en 7,5%. 

Con el actual peso de la inversión pública en el PBI, esta falla colosal del Estado ha privado al Perú de una fuente importante de progreso. A diferencia del gasto corriente, el gasto en inversión tiene, según el Banco Central de Reserva, un efecto multiplicador de 1,42 veces. Es decir, de haberse cumplido la meta de inversión pública fijada, el crecimiento del 2015 hubiera sido de 4,5%. 

Con ello la confianza, el estado de ánimo de la población y el nivel de pobreza serían otros. Pese a la coyuntura internacional, el Perú seguiría siendo la estrella de América Latina.