Llego a la ventanilla de un banco después de ser favorecido por el dudoso privilegio de ser un adulto mayor. La señorita que me atiende tiene un rostro y un nombre agradable, Karen. Espero que sea una persona paciente, en vista de la cantidad de trámites que debo hacer. Lo es, y mientras me atiende, un señor aparece detrás de mí en la cola. Volteo y le pido disculpas por demorarme tanto en la ventanilla. Me contesta con una frase inesperada. “No se preocupe que me acabo de pelear con mi esposa y mientras más tiempo esté fuera de mi casa, mejor.”
El hombre me ha caído muy bien y en realidad le agradezco por la confianza en haberme contado su historia. Pienso que los bancos, y en especial las colas, son lugares de revelaciones y de confesiones porque están ligados a nuestras necesidades.
Lo mismo puede decirse de los centros de salud. Lo compruebo al día siguiente cuando hago cola frente a la puerta a un consultorio en el pasillo de una clínica. A mi lado hay una señora de cerca de ochenta años, que conversa con una enfermera. Están revisando los medicamentos que le han recetado. Felizmente la enfermera tiene mucha paciencia con ella. De pronto la señora dice: “Yo soy una paciente oncológica. Usted sabe que hace doce años los médicos me pronosticaron cinco meses de vida. Y aquí sigo.”
Una señora en la clínica y un señor en el banco. Ambos en una cola. Están esperando y mientras lo hacen, cuentan una historia. Se confiesan ante perfectos extraños. Necesitan estar conectados con alguien. Es una historia que podemos ver en cualquier momento. En estos tiempos, necesitamos sentir que cualquier extraño puede ser también un compañero o confidente.
Hoy 23 de abril, es el Día de la Lengua Española y momento de recordar que la comunicación, el uso de las palabras, la confianza en el otro, la necesidad de expresarnos, son instintos esenciales para nuestra supervivencia. La conmemoración del 23 de abril de 1616, fecha de las muertes de William Shakespeare, Miguel de Cervantes y el Inca Garcilaso, nos recuerda que esos tres solitarios son gestores de una integración colectiva. Fueron autores de unas palabras que nos unen. Recitar las primeras páginas del Quijote es un ejercicio tan personal (tiene que ver con todos nosotros) como hacerlo con el monólogo de Hamlet. La escena en la que el Inca Garcilaso cuenta la ejecución del príncipe inca en el capítulo once de la segunda parte de su gran obra es una pieza maestra de narrativa, que nos toca de cerca. Todas estas palabras nos vinculan.
La celebración del Día de la Lengua Española es el de la capacidad de unirnos, de comunicarnos, de reconocernos en nuestras diferencias. Las palabras son un bien compartido sin el cual no puede funcionar una sociedad. Son especialmente importantes en los tiempos críticos como el que vivimos. Resultan tan necesarias cuando llegan la intransigencia, los extremismos, rencores y fanatismos como el que vivimos en estas elecciones.
Hablar supone confiar en las otras personas, hacer un pacto, dar y recibir. Las condiciones de extrema pobreza en la que ha vivido durante toda su vida gran parte de la población han llevado comprensiblemente a buscar soluciones extremistas y radicales, que por definición niegan el lenguaje. Pero en un país tan dividido como el nuestro renunciar a la comunicación solo extenderá las trincheras. Hoy en día esperemos que las palabras cumplan su función, especialmente en estos tiempos de división y desasosiego.
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