Dina Boluarte escribió en un tuit del 14 de marzo del 2019, cuando era una ciudadana sin poder, que “a la policía se le respeta, pero que no sean abusivos ni coimeros”. El recuerdo de ese tuit hace poco, ahora que ocupa la presidencia de la República, fue el detonante que la llevó a suspender su cuenta en Twitter y, con eso, el contenido de diversos mensajes en los que –eventualmente– se percibía la contradicción de su pensamiento de antaño de cara a situaciones complejas que hoy le toca enfrentar.
Entonces, desde el 1 de febrero de este año, todas las acciones y actividades que la presidenta desarrolla dentro de su agenda pública-política son informadas a la población vía una cuenta oficial llamada @presidenciaperu.
Sabemos que las redes sociales, y en particular Twitter, son un arma poderosa para crear resonancia y activismo en torno de causas, ideas y personajes. En ese sentido, las redes sociales son una herramienta eficaz para crear narrativas.
Ahora bien, cada vez más el uso de estas plataformas requiere un manejo prudente que evite el efecto búmeran que también tienen. Por ejemplo, Twitter es una herramienta de múltiples filos y, al final, facilita una forma de gobernar no solo desde la red social, sino también para la red social.
Y, cuando eso pasa, se afecta el propósito del ejercicio de la función presidencial, convirtiendo a los gobernantes en verdaderos activistas.
Propongamos entonces qué hace un activista digital (que no necesariamente es un hacker cívico). Este busca mantener la mayor atención posible para lograr una conexión con las personas que moran en las redes sociales y así conseguir cierto apoyo respecto de las posiciones políticas que desea colocar.
Identifiquemos a algunos presidentes activistas. A comienzos de febrero, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, viralizó un video en el que se lo veía dar un recorrido por la prisión denominada “la cárcel más grande de América”. En este se pueden ver los lugares en los que pandilleros de las maras cumplirían su condena, en espacios reducidos y carentes de toda comodidad.
De acuerdo con su estilo de comunicación digital, con este video espectacular Bukele buscaba mostrar al mundo y a los ciudadanos de su país que él era un ‘hombre fuerte’. Y que esa realidad era positiva.
Bendicte Bull, politóloga noruega experta en Latinoamérica, considera que en nuestra región los políticos son vivamente asiduos al uso de las redes sociales, dado que se tiene la doble intención de crear una aparente transparencia que, al final, solo termina siendo un despliegue histriónico.
Aun cuando las redes sociales de los mandatarios activistas no nos acerquen a la realidad, sino a su realidad, es fundamental recomendarles que eviten usar las redes para la incitación a la violencia política, pues mensajes con ese contenido pueden ser erróneamente entendidos como formas de apoyo a las acciones del gobierno y no contribuir a una interpretación correcta por parte de la población sobre los principales problemas de la sociedad.