Augusto Townsend Klinge

Durante la campaña presidencial del 2008 en , el candidato republicano estaba en un mitin pasando el micro para escuchar las opiniones de sus simpatizantes y recibió un par de preguntas sobre si había que temer un triunfo de su rival, , considerando que este era “árabe” y que “frecuentaba terroristas”.

Misma acción, mismo rechazo, por Augusto Townsend Klinge ( Ilustración: Giovanni Tazza)
Misma acción, mismo rechazo, por Augusto Townsend Klinge ( Ilustración: Giovanni Tazza)

McCain dio aquella vez una respuesta que me quedó grabada: “No, señora, [Obama] es un hombre decente, de familia, con el que sucede que tengo discrepancias sobre temas fundamentales, y de eso se trata esta campaña”. Dicho de otro modo, no por discrepar voy a levantar falsos testimonios sobre mi rival. Hay mínimos de decencia y honestidad intelectual que no pueden ser transgredidos, no importa cuán encarnizada sea la lucha

Aquella vez, el héroe de guerra McCain fue abucheado por un sector de su propio público y, como sabemos, terminó perdiendo la elección. Asumió el costo de mostrar una virtud cívica cada vez más improbable en nuestros tiempos, por efecto de la polarización y de cómo nos está llevando esta a la irracionalidad. Me refiero a la integridad, que en ese caso demandaba de él ser objetivo y decir la verdad, incluso cuando replicar una mentira pudiese ser políticamente conveniente.

Conecto ahora con el plano local. Algo bien curioso está pasando en la política peruana. Parece que estuviéramos viendo una misma película repitiéndose, pero el solo hecho de reemplazar a los actores ha alterado drásticamente la respuesta emocional de ciertos sectores del público.

Los hechos son casi calcados: un que mueve sus hilos para descabezar al grupo policial que lo investiga, destituye al procurador general que sigue su caso, acude a regañadientes a las citas de la pero elige guardar silencio, no responde a las denuncias y prácticamente no da entrevistas a la prensa, recurre a una serie de medidas que lo insertan indubitablemente en el terreno de lo que podríamos considerar un caso flagrante de obstrucción a la .

Pero, por alguna razón, el márketing de estas dos películas hace pensar a una parte importante de la audiencia que a sus respectivos protagonistas hay que medirlos con distinta vara, pese a que se sucedieron uno al otro por haber sido elegidos en la misma plancha presidencial y que han incurrido en exactamente las mismas prácticas. Que no es igual de grave lo que estamos viendo en el ‘remake’ frente a lo ocurrido en la película original, porque creemos que esas dos personas, por razones que no terminamos de explicar, representan posiciones políticas antagónicas.

Me corrijo: no es exactamente la misma trama. En la película original, el protagonista estaba constreñido por una serie de instituciones que no estaban alineadas con sus intereses personales. Intentó zafarse de ellas con un golpe de Estado, pero afortunadamente fracasó. En el ‘remake’, en cambio, la protagonista tiene –todo hace parecer– un pacto de coexistencia con las fuerzas mayoritarias en el y, de momento, no hay nadie que pueda controlar efectivamente el poder acumulado por esa alianza, salvo quizás el, mientras no se tome control de la

¿Por qué las personas que pusieron el grito en el cielo por la película original no lo están haciendo necesariamente por la secuela? Porque se nos ha hecho tan fácil explicarnos la política con base en categorías binarias (izquierda vs. derecha, ‘caviares’ vs. ‘anticaviares’, etc.) que las propias etiquetas que –mal– utilizamos distorsionan nuestra percepción de la realidad al punto que un mismo hecho nos escandaliza si lo hace un político que percibimos como rival, pero no tanto si lo hace otro que asumimos como afín a nuestras posturas.

Tendríamos que haber aprendido ya que los políticos que cometen delitos pueden arroparse con cualquier bandera ideológica, y que este dato, en lugar de aportarnos información relevante, puede ser un elemento distractor para que no veamos ni sepamos identificar lo que verdaderamente está detrás de ese ropaje.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Augusto Townsend Klinge es Fundador de Comité y cofundador de Recambio

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