El presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Julio Velarde, ya advertía en el 2017 que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) había perdido peso para bloquear iniciativas contraproducentes del Congreso. Pero la promulgación por parte del Ejecutivo de la ley que permite un séptimo retiro de los fondos de las AFP nos hace temer que el MEF no solo ya no tiene ese poder, sino que ha dejado atrás cualquier intención de recuperarlo.
Es paradójico que esta semana, en la que Dina Boluarte cumple 500 días en la presidencia y que ha superado el tiempo que sobrevivió Pedro Castillo en el poder, su gobierno celebre repitiendo una de las decisiones más nefastas de su antecesor: darle su sello de aprobación a un nuevo retiro de los fondos de pensiones.
La salida de más de S/30.000 millones de los fondos de pensiones, que dejaría al 89% de los afiliados sin ahorros para su jubilación, le da prácticamente la extremaunción al actual sistema privado de pensiones (SPP) y genera que cualquier reforma que busque incrementar su cobertura tenga que empezar la carrera desde un punto de partida incluso más lejano de la meta.
Lo terrible es que a quien le ha tocado aplicarle los santos óleos al SPP es al propio ministro de Economía y Finanzas, José Arista, que ha explicado que no desean que “la población vea que hay un enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Congreso”. Este es un argumento político que se hubiera esperado del primer ministro Gustavo Adrianzén, pero que en boca de Arista representa un funesto augurio.
El cálculo del Ejecutivo es que era mejor abandonar una batalla perdida y concentrar sus esfuerzos en otras peleas como limitar el retiro de la compensación por tiempo de servicios. Pero esto puede ser un arma de doble filo y enviarle el mensaje al Parlamento, que de las Convenciones de Ginebra sabe muy poco, de que su contrincante ha dejado la puerta abierta para que saqueen lo poco que queda del manejo responsable de la política económica y las finanzas públicas.
De todos los legados que nos dejarán los gobiernos de Pedro Castillo y Dina Boluarte, tal vez el más complicado sea el de un MEF incluso más debilitado, preocupantemente inerme ante futuros embates populistas de un Congreso cada vez más envalentonado. De la ilusión construida por gobiernos anteriores, respecto de que el MEF mantenía algún peso o algo de músculo en materia legislativa, no queda nada.