(Reuters).
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Andrés Oppenheimer

Muchos creen que apenas el presidente Donald Trump deje la Casa Blanca y se mude a la Florida el 20 de enero comenzará a hacer campaña para su regreso al poder en 2024. Pero según la experiencia de exlíderes populistas como Trump en América Latina, no creo que logre volver a la presidencia.

Algunos de ustedes me dirán que es exagerado ver el fenómeno de Trump a través de ojos latinoamericanos. Pero es exactamente así como habría que verlo.

Trump es un populista autoritario electo, como tantos que hemos visto en América Latina. Tiene mucho más en común con Hugo Chávez o Juan Perón que con los presidentes de Estados Unidos.

Al igual que los populistas latinoamericanos, Trump es un narcisista que siempre está creando conflictos para energizar su base. Y al igual que ellos, vive culpando a otros –en su caso, a los inmigrantes mexicanos, a la prensa, etc.– por los males de su país, y cree que está por encima de la ley.

Trump incluso ha intentado la artimaña más característica de los demagogos populistas latinoamericanos: un autogolpe. Ningún otro presidente estadounidense en la historia reciente ha dejado de reconocer el resultado de una elección que ha sido certificada por el Colegio Electoral y reconocida por la Corte Suprema.

Entonces, ¿qué podemos aprender de las experiencias recientes de los populistas latinoamericanos? En la mayoría de los casos, les ha sido difícil volver al poder. La mayoría de ellos han tenido que conformarse con nombrar a algún aliado o súbdito en su lugar.

Si miramos los casos recientes de la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, el expresidente boliviano Evo Morales y el expresidente ecuatoriano Rafael Correa, todos dejaron el poder con una base de partidarios incondicionales.

Pero, como en el caso de Trump, esa base raramente superaba el 40% del electorado, lo que les alcanzaba para ganar una elección. Al igual que con Trump, la mayoría de la población tenía una imagen negativa de ellos.

Y una vez que dejaron el cargo, se les vino encima un torrente de nuevos cargos de corrupción, que les impidieron volver a postularse, o que hicieron subir sus niveles de desaprobación. Eso los obligó a nombrar a otros como candidatos a la presidencia.

Muchos analistas piensan que Trump logrará ser el candidato republicano en 2024 porque, como el “showman” que es, continuará siendo noticia en los próximos cuatro años.

Además, tendrá mucho dinero. Ha recaudado más de US$207 millones en donaciones desde las elecciones del 3 de noviembre. Muchos seguidores le están enviando dinero para cubrir gastos legales supuestamente destinados a tratar de revertir el resultado electoral.

Pero Trump enfrentará obstáculos formidables para regresar al poder.

Primero, tendrá 78 años en el 2024. Aunque los estadounidenses acaban de elegir a un presidente electo de 78 años, Joe Biden, fue una elección muy inusual. Muchos de quienes votaron por Biden lo hicieron porque querían deshacerse de Trump, más que porque estaban entusiasmados por Biden.

En segundo lugar, es posible que Trump no quiera postularse por miedo a un nuevo fracaso electoral. Si hay algo que Trump teme, es ser visto como un ‘loser’, o perdedor.

En tercer lugar, Trump no va a tener el podio mediático que tenía hasta ahora. Fox News, la cadena que lo apoyó hasta ahora, ya lo abandonó por sus ridículas afirmaciones de que habría ganado las elecciones.

En cuarto lugar, y lo más importante, los juicios que se le vienen y las nuevas revelaciones que seguramente saldrán van a manchar aún más su imagen. Y muchos estadounidenses van a buscar un responsable por el desastroso manejo de la pandemia de COVID-19, que ha dejado un récord mundial de más de 300.000 estadounidenses muertos.

Por supuesto, Trump probablemente anunciará que se postulará en el 2024, con la esperanza de recibir más donaciones y elegir al próximo candidato republicano. Pero dudo mucho que él mismo regrese a la Casa Blanca como presidente.


© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC

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