El morbo estuvo en su máxima expresión en la sala del tribunal penal de Manhattan. Stormy Daniels –actriz, productora y directora de cine para adultos– no escatimó en detalles sobre cómo fue su encuentro sexual con Donald Trump en el 2006, un caso que se ha convertido en el primer juicio penal contra un expresidente de Estados Unidos.
Visiblemente molesto, Trump debió escuchar cómo Daniels relataba en el estrado ante los fiscales, abogados, el juez y el jurado –y, de paso, ante el mundo– el pijama que usó, la posición en la que estuvo, las conversaciones sobre su familia –y su esposa– y cómo él no la forzó a tener relaciones, pero que se sintió intimidada ante el entonces influyente y millonario hombre de negocios.
El relato, sin embargo, no era novedad. Stormy Daniels ya ha contado esto en programas de televisión e incluso en un libro, solo que esta vez lo hizo ante el sistema judicial estadounidense que podría llevar, si así lo decide, por primera vez a la cárcel a un exmandatario; un hombre que, además, está postulándose por segunda vez a la presidencia.
Pero el meollo del asunto no está en qué tanta sazón le ponga Daniels a su versión de la historia, sino en si se encuentra culpable a Trump de falsificar documentos contables para pagar el silencio de la actriz por US$130.000, un pago que se hizo en el 2016 antes de las elecciones de aquel año a través de su abogado, Michael Cohen.
Cohen, que ahora testificará en contra de Trump después de ser su escudero y haber pasado tres años en la cárcel, es clave, pues se espera que cuente muchos detalles sobre cómo fue la operación financiera para disfrazar el destino del dinero.
Ahora bien, ¿lo que pase en los tribunales perjudica al verborrágico republicano? Los números, por ahora, dicen que no. Pese a que Trump tiene otros procesos judiciales pendientes –y con acusaciones más serias–, las encuestas muestran que hoy tiene más chance de ganar que el actual presidente Joe Biden, aunque con una diferencia mínima.
Y es que, para los trumpistas, lo que se diga de él solo les da más argumentos para señalar que es un perseguido y que es el único que puede rectificar el rumbo del país. Y, del otro lado, la candidatura de Biden no entusiasma a los demócratas, que ven con preocupación cómo los temas internos quedan soslayados ante la guerra en Gaza y Ucrania.