¿Dónde está el piloto? Es la pregunta que uno se hace después de escuchar al presidente Martín Vizcarra en su último mensaje a la nación en el Congreso.
El jefe del Estado dio cuenta no solo de la gestión del último año, sino de toda su gestión presidencial. Es decir, aprovechó el tiempo para recordar que cerró el Congreso y “luchó” contra la corrupción.
No aprovechó el tiempo, en cambio, para decir qué se va a hacer frente a la epidemia y la crisis económica.
Sobre la epidemia también se echó flores: fuimos de entre los primeros en decretar una cuarentena. No dijo por qué esa cuarentena falló y cómo se va a corregir.
No dijo que el control de pasajeros en los aeropuertos fue laxo y desidioso las primeras semanas de marzo. Incluso, fue caótico e improvisado cuando se reanudaron los vuelos al interior.
El presidente no habló del desastre de las colas en los mercados. En vez de vigilar aforos, se cerraron puertas y se restringieron horarios y días. Eso causó aglomeraciones que deben ponerse en la cuenta del Gobierno.
El transporte público urbano se descontroló muchas veces. Cada vez que el Gobierno dictaba una medida, se demoraban dos o tres días en establecer las vigilancias.
No mencionó el presidente las colas y aglomeraciones ocasionadas, durante semanas, por el reparto de los bonos. Tampoco recordó el desastre en el manejo de los retornantes a provincias, ni el burdo manejo de los ambulantes que volvieron a las calles.
El presidente no habló del quiebre de la vigilancia epidemiológica causado por preferir las pruebas rápidas a las moleculares. Este ha sido un gravísimo error. Si no se reconoce, no se corrige.
No mencionó el mandatario el desastre ocasionado por no cambiar la norma que exigía 99% de concentración en el oxígeno medicinal. Recién a inicios de junio se autorizó “excepcionalmente” el uso medicinal con 93% de concentración.
La norma que restringía su provisión data del 2010. Ningún gobierno hizo nada y este solo reaccionó después de varios meses.
¿A quién se ha investigado por esa norma? ¿Y por la demora? ¿No era que se luchaba contra la corrupción?
El 6 de marzo el presidente Vizcarra apareció en televisión para anunciar el primer caso de coronavirus. Dijo entonces que “nuestro Gobierno ha dispuesto todas las medidas necesarias para enfrentar una situación de este tipo”.
Claramente, el Gobierno de Vizcarra no dispuso las medidas necesarias. El anuncio de entonces fue lucimiento propagandístico. La población no estaba preparada y el Gobierno, tampoco.
La administración no cuenta hoy con un jefe comprometido. Se ha dicho que el presidente no delineó el plan de ‘reactivación bajo COVID-19’ porque de eso se encargará el presidente del Consejo de Ministros.
El presidente Vizcarra debe liderar ese plan. Así como salió frente al primer caso de COVID-19, debió salir al frente, también, en este tramo decisivo que vive el Perú. Es decisivo, porque los casos aumentan y la crisis no se resuelve.
No es hora de autobombos, sino de planes y metas sanitarias y económicas. El presidente debe decir cómo armonizar la salud con la economía.
Un jefe de Estado que no quiere asumir el liderazgo, sino solo la propaganda, lleva directamente al fracaso.