Oswaldo Molina

La mala calidad de los en nuestro país nos lleva normalmente a la discusión sobre la necesidad de invertir más en estos. Así, solemos escuchar el reclamo de que debemos invertir, por ejemplo, más en educación como porcentaje de nuestro PBI. Reclamo que, además, se hace más patente cuando nos comparamos con nuestros vecinos. Y si bien es cierta esta necesidad, existen algunas sutilezas a las que no prestamos atención y que nos permitirían entender mejor el problema. En el 2021, por ejemplo, Chile invirtió en educación el 4,6% de su PBI (un PBI que, encima, era un 41,5% más grande que el nuestro), mientras que el Perú solo invirtió el 3,8%. Sin embargo, cuando comparamos el esfuerzo que cada país hizo con respecto a su presupuesto, la historia no es tan obvia.

Chile ejecutó el 16,1% de su presupuesto en educación (por detrás de otros dos sectores); mientras que el Perú le dedicó el 16,7% de su presupuesto al sector educativo, siendo este el sector con mayor presupuesto asignado para ese año en nuestro país. El problema, entonces, reside en el tamaño de nuestro presupuesto o, puesto de otra manera, en que la torta que tenemos para repartir es pequeña. Para que entendamos bien el problema, es central que recordemos que ese mismo año la elusión y evasión tributaria llegó a representar nada menos que el 8% de la producción nacional. Lograr buenos servicios públicos pasa, por lo tanto, por mejorar la calidad del gasto de los diferentes niveles de gobierno e inequívocamente por aumentar el número de contribuyentes o base tributaria; algo que se dice siempre, pero de lo que se hace poco. Ahora bien, ¿cómo podemos lograr que más peruanos paguen los impuestos que les corresponden? La puede darnos algunas luces al respecto.

Así, un reciente estudio realizado por Castro, Velásquez, Beltrán y Yamada de la Universidad del Pacífico evalúa experimentalmente los efectos de enviar mensajes en el pago del impuesto a la renta. Para ello, enviaron a distintos ciudadanos tres tipos de mensaje: un primer mensaje disuasivo, que indicaba la labor de identificación y el porcentaje de personas que la Sunat tiene identificadas que no pagan impuestos; un mensaje relacionado con las normas sociales, donde enfatizaban en que la mayor parte de ciudadanos de los distritos en el estudio pagan impuestos; y, finalmente, un mensaje altruista, en el que se destacaba que con los ingresos que percibe el Estado se pueden brindar mejores servicios a los más pobres. Los resultados muestran que los mensajes disuasivos son los que logran mejores resultados, al incrementar el pago del impuesto por alquileres en un 10% a 15%, incluso después de 15 meses. El hecho de que los otros tipos de mensajes no tengan efectos positivos –como sí los tienen en otras latitudes– se puede deber a que los ciudadanos observan altos niveles de corrupción en las autoridades que administran estos fondos.

En esa misma línea, la investigadora peruana Del Carpio evaluó el efecto de las normas sociales en el cumplimiento de los tributos municipales en nuestro país. De manera semejante, ella envió a diferentes grupos distintos mensajes: a un grupo les informó sobre la tasa promedio de cumplimiento, a otro grupo les brindó información sobre la probabilidad de sanción, y a un tercer grupo les dio ambos mensajes. Los resultados muestran que enviar una carta del municipio con la tasa de cumplimiento del pago de tributos del año anterior logró un incremento del 20% en el pago del impuesto predial. Además, este estudio también demostró que informar a los contribuyentes sobre la probabilidad de ser sancionado en conjunto con la tasa de cumplimiento tiene un efecto menor que solo informar sobre la tasa promedio de cumplimiento.

Ambos estudios muestran las dificultades para lograr que los evasores paguen impuestos, pero, al mismo tiempo, dan ideas sobre potenciales estrategias que pueden funcionar y que están asociadas a brindar información disuasiva o relacionada con las normas sociales. Al respecto, es importante recalcar que brindar información a través de mensajes es una de las intervenciones más económicas posibles.

Repetimos una y otra vez la necesidad de ensanchar la base tributaria en nuestro país, pero es poco lo que se hace. En el contexto actual de menor recaudación, este tema debe ser incluso aún más urgente (recordemos que, a la par de la menor actividad económica, la recaudación en este primer semestre cayó un 14,2% con respecto al valor del año pasado). Para lograr reducir la evasión y ampliar la base de contribuyentes, quizás es momento de explorar alternativas. Como dice una conocida frase, construir un Perú distinto es, al final del día, tarea de todos.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Oswaldo Molina es director ejecutivo de la Red de Estudios para el Desarrollo (Redes)

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