Alejandra Costa

En el Perú suele suceder que les prestamos excesiva atención a temas con relativamente poco impacto sobre el bienestar de los ciudadanos y, más bien, pasan casi desapercibidos otros debates que son verdaderamente relevantes.

Esto sucede, por ejemplo, con la , que define en qué, cuánto y quiénes gastarán los recursos del Tesoro Público el próximo año.

Esta semana, el Ministerio de Economía y Finanzas ha enviado ya al Congreso de la República el proyecto de la Ley de Presupuesto del Sector Público para el 2024 y ha publicado el Marco Macroeconómico Multianual (MMM), el compendio de proyecciones económicas para el Perú y el mundo en las que se debería fundamentar una de las pocas decisiones sobre las que el MEF tiene total poder: cuál será el monto total del presupuesto para el próximo año. El resto de decisiones son casi sugerencias, pues pueden ser modificadas por la Comisión de Presupuesto del Parlamento y también en el debate en el pleno.

Lo que ha pasado en esta ocasión es paradójico. Por un lado, el MEF se vuelve más pesimista sobre los resultados que podría lograr la peruana este y el próximo año y, por lo tanto, sobre los ingresos tributarios con los que contará el Tesoro Público.

Por el otro, se vuelve muchísimo más generoso con el presupuesto, determinando que los recursos totales que se gastarán en el 2024 aumenten un 12,1% hasta superar los S/240.806 millones, un incremento mucho mayor que el ya generoso aumento del 9% que su antecesor, Kurt Burneo, determinó para el presupuesto del 2023.

Es más pesimista sobre el crecimiento porque, para este año, el MEF ya solo espera que el PBI pueda crecer 1,1% –lejos del 2,5% que aún pronosticaba en abril, pero aún por encima del consenso de consultoras y analistas– y, para el 2024, ya no espera un avance del 3,4%, sino del 3%.

Incluso con ese ajuste, el Consejo Fiscal ha mostrado su preocupación respecto a los riesgos de que el avance del próximo año no llegue al 1,1% que proyecta el MMM. Asimismo, advierte que no es aconsejable que, como el año pasado, el MEF establezca un objetivo del déficit fiscal para el 2024 –la diferencia entre los ingresos y los gastos del Estado sobre el PBI– del 2%, el límite fijado por la regla fiscal, pues esto incrementa el riesgo, como parece que va a suceder este año, de que se incumpla ese techo.

El debate sobre el presupuesto en el Congreso se iniciará en los próximos días y tendremos que estar muy atentos, pues el fuerte incremento de los recursos totales ya conlleva riesgos fiscales y el Congreso no suele moderar esos riesgos, sino elevarlos a un nuevo y peligroso nivel.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.



Alejandra Costa es curadora de Economía del Comité de Lectura