El lunes se inició oficialmente el año escolar, pero a algunos alumnos se les ha hecho esperar. En Pisco, 30 mil estudiantes no pudieron acudir a clases por la escasez de agua potable en los planteles, producto de la rotura de una tubería matriz. Tampoco fue el primer día para unos 10 mil piuranos, cuyos colegios habían sido afectados por fuertes lluvias. En 87 colegios de Áncash, las clases no comenzaron debido al daño a los caminos causado por huaicos.
El que la gran mayoría de alumnos haya comenzado clases de acuerdo al calendario no significa, sin embargo, que sus escuelas no tengan también problemas de infraestructura. La semana pasada, la periodista Alicia Rojas informaba en este Diario de que el 63% de los locales educativos públicos del país requiere rehabilitaciones parciales o totales. De acuerdo a la directora ejecutiva del Programa Nacional de Infraestructura Educativa, Elizabeth Añaños, el 50% necesita una reconstrucción completa. Algunas de las principales actividades que deberán tener lugar son la reparación de techos y el cambio de pisos en zonas heladas. Pero ¿cuál es el impacto real que tiene la infraestructura escolar en los niños? ¿Se traduce ‘únicamente’ en temas de salud y seguridad? ¿O afecta también su desempeño académico?
El Banco Mundial publicó este año un documento que da cuenta de la evidencia existente acerca de la relación entre infraestructura escolar y desempeño académico. Aunque advierte que se requiere seguir investigando, lo ya hecho hasta ahora nos da una idea bastante buena de por dónde va el asunto. Así, se encontró por ejemplo que muchos estudios identifican la luz, la temperatura, la acústica, y la calidad del aire como factores que influyen en los resultados académicos.
Una de las investigaciones citadas (2015) fue hecha a 153 salones en 27 escuelas primarias del Reino Unido. La conclusión: 16% de la variación anual en el progreso de aprendizaje podía explicarse por las características físicas del salón. Entre ellas la luz, la temperatura, la calidad del aire, y también variables que incluían la existencia de escritorios y sillas de buena calidad (que permitían que los estudiantes desarrollasen un sentido de propiedad), la manera en que los distintos espacios se organizaban en el salón (particularmente importante para los más pequeños). Y sí... hasta el color de las paredes es importante para generar la estimulación adecuada en los alumnos.
La infraestructura también afecta el aprendizaje en la medida en que impacta en los profesores. El informe del Banco Mundial da cuenta de un estudio realizado en el 2006 en varios países del mundo, incluido el Perú, que concluyó que las escuelas primarias con mejor puntaje en infraestructura presentaban diez puntos porcentuales menos de ausencia de profesores que aquellas con el peor puntaje.
Por mencionar solo un trabajo más, el Banco Interamericano de Desarrollo (2011) analizó la relación entre la infraestructura y el desempeño en matemáticas y lenguaje en tercero y sexto de primaria en la región. Encontró que los factores que están fuertemente relacionados con el aprendizaje son la presencia de áreas como una librería, laboratorios de ciencias y salas de computación, pero también la existencia de electricidad, líneas de teléfono, acceso a agua potable, sistema de drenaje y un número adecuado de baños. En áreas urbanas, el aprendizaje también estaba relacionado significativamente con, entre otros factores, la presencia de un gimnasio, un auditorio y una enfermería.
Solo comprendiendo la relación entre infraestructura y aprendizaje escolar podemos entender, en fin, lo que significa realmente que nuestro país tenga una brecha de infraestructura educativa de S/100 mil millones. Y, aunque suene lejano dado el contexto, solo así podremos entender la importancia de que nos preocupemos, también, por el color de los salones.