El pasado domingo, el prestigioso periodista Ricardo Uceda publicó un artículo en este Diario titulado “Oviedo al revés”, en el que analiza el vía crucis que pasó el expresidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF), Edwin Oviedo, para quien la fiscalía pidió 52 años de pena privativa de la libertad y que, por una mediática prisión preventiva, pasó 17 meses recluido.
Es importante reflexionar sobre lo ocurrido en el Caso Oviedo –hoy ya declarado inocente–, pues en este se demuestra una siniestra plantilla que se ha venido dando penosamente en nuestro país, en la que se combinan fiscales inescrupulosos; medios de prensa ciegos para escuchar razones y dispuestos a llevar a las alturas a malos fiscales que, en el mejor de los casos, solo buscaban notoriedad a costa de la dignidad de inocentes; jueces pusilánimes que, en vez de frenar abusos, ceden a la presión mediática por miedo a la crítica; falsos valores del mundo futbolístico, que para afuera declaraban de una manera aunque en la interna se expresaban de otra; colaboradores cercanos que, frente a un titular periodístico y más allá de lo deleznable de las imputaciones, le hacían el juego al cargamontón montado y renunciaban en cadena para mostrar la inviabilidad de seguir –algo similar, dicho sea de paso, a lo que le ocurrió a Manuel Merino de Lama–; y “colaboradores eficaces” que incluso con versiones contradictorias eran utilizados para dar verosimilitud a la narrativa creada. No puede dejarse de lado la utilización en el reparto circense de otrora guionistas cercanos al servicio de inteligencia de la época oscura de los 90, que no dudaron en salir de las catacumbas para hacer un ‘rentrée’ por todo lo alto –con publicación de panfleto incluido– y aparecer como impolutas figuras (¡qué cierto es eso de que en el Perú se carece de memoria!).
Pero en el Caso Oviedo hay que resaltar que, frente a tanta cobardía, la víctima de este bulo demostró entereza y no cedió al chantaje que se le planteó: si usted involucra a jueces supremos, fiscales y políticos, no pedimos contra usted prisión preventiva y pasa Navidad en su casa en compañía de su familia. Eso fue lo que la fiscal encargada le habría ofrecido a Oviedo y que él denunció en una carta que llegó a leerse en RPP, pero de la que muchos medios ni siquiera dieron cuenta.
¿Cuántas “colaboraciones eficaces” se consiguen así? Yo diría que muchas, por no decir la gran mayoría. Se nos ha vendido la idea de que el colaborador eficaz no puede mentir y que, por lo tanto, hay que creer a rajatabla lo que dice, porque, si se demuestra su mentira, irá preso. Esa es una verdad a medias, pues se obvia un elemento que se olvida y que no es otro que el factor tiempo: hasta que se descubra la mentira estará en libertad y ya no pisará la cárcel. Si no se presta al guion fiscal, la consecuencia es seguir detenido o se pedirá prisión preventiva contra él.
También debe indicarse que muchas veces estas colaboraciones no son producto de un arrepentimiento y un afán por resarcirse con la sociedad, sino de un ofrecimiento fiscal que quiere tener elementos para “demostrar” su teoría o, como hemos visto también, lograr un trampolín para ingresar a la política. Así estamos. Reflexionemos.