Mario Saldaña

El operativo (¿habrá pronto un Valkiria XII?) genera varias dudas, a mi juicio, insoslayables.

Primero, la oportunidad. ¿Es casualidad que este despliegue se haya hecho casi inmediatamente después de que Inspectoría de la ingresara a las instalaciones del Equipo Especial de Fiscales Contra la Corrupción del Poder y a los pocos días de haberse destituido al coronel y designado a su reemplazo?

¿Es fruto del azar que ocurra en la víspera de la reunión de la que va a decidir sobre la destitución de la ex fiscal de la Nación ? ¿O es que, tal como se presume, será que la unanimidad inicialmente lograda para tal propósito se ha resquebrajado? Porque (también a propósito de la oportunidad) es claro que existe la posibilidad de que el decida en breve plazo sobre la situación de dos de sus integrantes: e .

Segundo, la espectacularidad. Llama poderosamente la atención que, siguiendo la misma pauta de casos anteriores, Valkiria XI cuente con un despliegue mediático que ya quisieran tener los pacientes con , los agricultores en riesgo de no poder exportar a la a partir del 2025, los peruanos sin agua y las víctimas de robos, asaltos y extorsiones.

Pero, sobre todo, sorprende el contraste con el silencio, la paciencia y la lentitud que la exhibe en otros casos que implican a otros personajes.

Tercero, la motivación. ¿Deberíamos acostumbrarnos a que los mandatos de detención o allanamiento sean justificados solo en los dichos de colaboradores eficaces o de aspirantes a serlo? ¿O los jueces deberían exigir, como mínimo, un grado de corroboración elemental antes de proceder?

Dicho sea de paso, hablando del y en medio de esta guerra sin cuartel en la fiscalía, ¿vamos a aceptar que los juzgados, en algunos casos, operen casi solo como una suerte de mesa de partes para procesos excepcionales como los comentados? ¿La justicia viene ponderando correctamente el efecto e impacto que estos operativos generan, en tanto hay un principio de presunción de inocencia involucrado? Aclaro que esto no tiene por qué interpretarse como un saludo a la impunidad, pero es inaceptable validar abusos.

Y, cuarto, la guerra misma. ¿Esta llegará a su fin en e? ¿Alguien está en capacidad de replegar a los bandos en conflicto? ¿Es posible hablar de una reforma sin que la política meta las manos?

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mario Saldaña C. es Periodista

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