Alonso Cueto

El éxito comercial que han tenido las memorias del príncipe nos hace preguntarnos sobre el fin de los imperios y de las familias en el mundo moderno. “Spare” (es decir, “Repuesto”, que se ha traducido en la edición española como “En la sombra”) vendió un millón y medio de ejemplares el lunes pasado, el primer día de su venta en Estados Unidos. Las librerías contaban que algunos compradores fueron a adquirir su ejemplar antes de ir al trabajo, otros en la hora de almuerzo y otros al finalizar el día. En Inglaterra se vendieron 400 mil ejemplares ese mismo lunes. Se trata del con ventas más rápidas en los tiempos modernos, superando a los de sus antecesores Barack y Michelle Obama. Solo lo supera el otro Harry; es decir, Potter.

El libro está aceptablemente bien escrito por el escritor fantasma J.R. Moehringer (a quien Harry llama un confesor en la nota final) y su lectura es fácil y fluida. Pero el éxito de la publicación viene claramente de un hecho que define nuestros tiempos. Se trata del derrumbe de todos los hermetismos, las asociaciones cerradas, los imperios familiares y la supuesta dignidad que se les atribuye a los miembros de una familia real. Leerlo, enterarse de las vergüenzas y banalidades de una familia “real”, es una venganza del ciudadano común. Es también una reivindicación de la princesa Diana.

En uno de los primeros episodios, el ahora rey Carlos, padre de Harry, lo despierta para contarle que su madre ha sufrido un accidente en París: “Mi querido hijo, mamá ha tenido un accidente de coche”. Luego, cuando le confirma que su madre ha muerto (“Lo han intentado, mi querido hijo. Me temo que no se ha recuperado”), Harry aún no puede creerlo. Su padre apenas lo toca en la rodilla y le dice: “Todo irá bien”. Las limitaciones expresivas y de todo tipo del rey Carlos atraviesan el libro, pero su principal villano es William. Los celos de ‘Willy’ por los uniformes que le dan a Harry, su rechazo a su cuñada Meghan, el golpe luego de una pelea verbal, son episodios de una rivalidad creciente entre ambos. Los celos y rivalidades entre los príncipes son tan banales como los de cualquier pareja de hermanos.

Al leer estos episodios recordé lo que le dice un hermano a otro en “Viaje de un largo día hacia la noche” de Eugene O´Neill: “Yo quería que fracasaras, porque de ese modo yo no iba a salir mal parado en la comparación”. Luego agrega: “Pero te amo más de lo que te odio”. Esta mezcla de amor y odio es la que mejor define la relación de Harry con su hermano y su padre. La relación con sus abuelos, en cambio, es recordada con ternura, especialmente a través de la última conversación que tuvo con su abuela Isabel.

Uno de los grandes temas del libro es el racismo, que se expresa en el rechazo familiar a Meghan como esposa de Harry. Otro son los ataques de pánico y la devastadora soledad que sufre el protagonista. Otro es la redención que significa Meghan como “la mujer de mi vida”. Pero el tema de fondo es la libertad de un hijo marginado para contar su historia. Harry ha logrado lo que no pudo hacer su tía abuela Margarita cuando le impidieron casarse con el capitán Peter Townsend. Ha desafiado a la corona en un mundo en el que la idea de la monarquía (sucesión, derechos asumidos, sentido de la realeza) parece obsoleto. Para enfatizarlo, el libro termina con el relato de un vuelo hacia la libertad.

Alonso Cueto es escritor

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