Ayer la Comisión de Constitución y Reglamento del Congreso debatió el proyecto de ley 2735, que reconoce el derecho al cuidado y crea el Sistema Nacional de Cuidados (SNC), presentado por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP). Dicha propuesta también debe ser revisada por la Comisión de Mujer y Familia y, de lograr predictámenes favorables, pasaría a ser discutida en el pleno para su aprobación.
¿Por qué el Congreso debería aprobar este proyecto de ley? En esta columna consideramos que el Legislativo tiene la oportunidad histórica de impulsar una importante innovación en la política social peruana que responda a necesidades urgentes y sentidas por la ciudadanía. Reconocer el derecho al cuidado es clave para su revaloración en la sociedad, pero también para generar un espacio con peso propio en la agenda de políticas públicas.
Nuestra vida cotidiana es posible gracias a una cadena de cuidados que va desde padres a hijos, abuelos a nietos (y viceversa), espacios educativos, atención de salud, entre otros. En el Perú, donde las mujeres trabajan semanalmente casi 23 horas más que los hombres en actividades domésticas no remuneradas y donde el 35,9% de los hogares son conducidos por mujeres (INEI, 2023), contar con servicios de cuidado resulta clave para avanzar en la igualdad de oportunidades y en la autonomía económica de las mujeres. De acuerdo con un diagnóstico realizado por Unicef y el MIMP, el 56% de las mujeres cuidadoras interrumpieron su trayectoria educativa y el 88% su trayectoria laboral.
A pesar de su centralidad, los cuidados no son valorados como ameritan: damos por sentado su rol, que es generalmente minimizado. Recordar es volver a vivir: durante las cuarentenas por el COVID-19 los hogares peruanos se convirtieron en escuelas, centros de trabajo, hospitales, lugares de esparcimiento, etc. El prolongado cierre educativo (dos años en el caso de la educación básica) no solo tuvo consecuencias en los aprendizajes y el bienestar, sino que también agravó la crisis de cuidados. Quienes tuvimos el privilegio del trabajo remoto prolongado vivimos esta desafiante situación como mejor pudimos desde nuestros hogares, pero millones de familias que viven de sus ingresos diarios no tuvieron el soporte ni las condiciones necesarias para sobrellevar el confinamiento y no tuvieron más opción que dejar a sus hijos solos o, en el mejor de los casos, encargados. Si algo nos enseñó la pandemia es que los cuidados son indispensables para el funcionamiento de la sociedad y de la economía.
Es importante avanzar y enfocarnos en la implementación del Sistema Nacional de Cuidados, que debe estar orientado por criterios técnicos, financiamiento sostenible y cable a tierra. Hay mucho por hacer para responder a las brechas de acceso a servicios públicos de cuidado que afectan a niños y adolescentes, personas con discapacidad y adultos mayores en situación de vulnerabilidad. No empezamos desde cero: el Estado cuenta con una serie de servicios gestionados por el MIMP, el Midis (Cuna Más), el Minedu, el Minsa y los gobiernos locales que pueden mejorarse y escalarse. Por otro lado, existes múltiples experiencias comunitarias, de la sociedad civil y del sector privado que pueden contribuir a complementar la respuesta del Estado. Debe prestarse especial atención a la difusión y cumplimiento de la ley de los trabajadores y trabajadoras del hogar. Finalmente, evitemos alternativas no sostenibles y poco efectivas –como la de entregar bonos a cuidadoras– para impulsar mejores servicios y medidas compensatorias innovadoras (como, por ejemplo, brindar atención preferencial en servicios de salud).
La pelota está en la cancha del Congreso. Es posible introducir ajustes en la propuesta de ley sin que eso signifique frenar una mejora necesaria para la protección social peruana. De garantizarse una adecuada implementación, esta ley contribuirá a responder a los impactos generados por la pandemia en los hogares, así como a impulsar la igualdad de oportunidades. Cuidar es tarea de todos.