Aunque faltan cerca de dos años para las elecciones generales del 2026 (22 meses, para ser exactos), los peruanos ya sentimos el ambiente preelectoral. Nuestra mente ya está en el 2026: queremos saber quiénes serán los candidatos y comenzamos a imaginar posibles escenarios.
¿Por qué, siendo los peruanos poco dados a pensar a largo plazo, estamos tan enfocados en los comicios del 2026?
Primero, los numerosos cambios en las reglas electorales nos obligan a pensar en elecciones. Votaremos por un Senado por primera vez en más de 30 años, los congresistas podrán postular a la reelección y hay decenas de partidos políticos inscritos. Todo esto genera curiosidad e incertidumbre. Queremos saber cómo se verá la elección; es natural.
Otro factor que explica nuestro afán electoral es la insatisfacción generalizada con el Congreso y el Gobierno. A pesar de que Dina Boluarte cuenta solo con un 5% de respaldo (IEP, 2024) y protagoniza escándalo tras escándalo, en los últimos meses ha quedado claro que no hay intención en el Congreso de vacarla (al menos por ahora). Así, no nos queda otra que pensar en el evento que, con certeza, significará el fin del gobierno de Boluarte: las elecciones del 2026.
Aunque personalmente no creo que la posibilidad de una vacancia antes del 2026 sea nula, en este momento no está en la mesa. El hecho es que en el Perú se siente el ánimo preelectoral, aunque parezca prematuro.
Esto puede significar dos cosas. Por un lado, podemos llegar al 2026 agotados de haber pasado los últimos dos años escuchando cháchara electoral. Por el otro, podemos usar este tiempo para hacer lo que siempre decimos que debemos hacer: instruirnos sobre el proceso electoral y sus participantes, para emitir un voto informado y responsable. Sé que la frase “voto informado” puede sonar vacía, pero consideremos los hechos: las noticias, las primeras planas, las entrevistas... en todos lados se habla de las elecciones del 2026. El tema ya está sobre la mesa. Debemos pensar: ¿cómo podemos aprovechar este creciente interés electoral para fomentar un voto responsable? ¿Cómo podemos hacer que dos años de hablar del mismo asunto resulten en interés genuino en lugar de en desgaste y apatía?
La anticipación por los comicios del 2026 no solo refleja el descontento generalizado con el Gobierno, sino que nos ofrece una oportunidad para involucrarnos activamente en el proceso democrático. La discusión preelectoral ya está en movimiento. Si no somos capaces de transformar dos años de diálogo en algo provechoso, estaremos perdiendo una oportunidad crucial.