Nancy Tolentino

En el Perú, la lleva el rostro de una niña pequeña o una adolescente; es decir, de las personas más indefensas y vulnerables por razón de edad.

Es una constatación aterradora que demanda reacción y compromiso de toda la sociedad. En lo que va del año, los servicios especializados del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) han reportado y atendido más de 16.000 casos de , niños y adolescentes por haber sufrido un hecho de violencia sexual, y a más de 6.000 niñas y adolescentes por haber sido víctimas de violación.

Las circunstancias, por desgracia, son recurrentes. La mayoría de las veces, el agresor es un integrante de la familia o una persona conocida: puede ser un padre, padrastro, abuelo, tío, un amigo cercano o un profesor. Así, cada año tenemos miles de niñas y adolescentes que son violentadas sexualmente y conminadas a mantenerse en silencio, condenadas a vivir con miedo por las amenazas que reciben. Muchas viven avergonzadas, porque sus agresores y la sociedad las logran convencer de que ellas tienen la culpa, revictimizándolas, y todo esto muchas veces ante la mirada indolente de su familia, que a veces no se entera y otras veces prefiere no darse por enterada, hasta que es demasiado tarde o hasta que la misma víctima se arma de valor y va a presentar una denuncia.

Esta última escena es también demasiado recurrente y debería interpelarnos profundamente: la niña o adolescente que va por su cuenta a presentar una denuncia por violación o abuso sexual es la evidencia de que no encuentra a ninguna persona adulta de confianza que la escuche, le crea y se involucre acompañándola. ¿Qué está pasando con nuestra sociedad? ¿Estamos ciegos y ciegas que no vemos lo que está pasando en nuestro entorno más cercano? ¿Sabemos qué hacer para proteger a nuestra niñez?

No podemos seguir cargando sobre los hombros de nuestras niñas y adolescentes la responsabilidad de protegerse. Somos las personas adultas las que debemos actuar. No solo denunciar, también prevenir, crear una auténtica red de protección.

Todas y todos tenemos responsabilidad en esta tarea, desde el rol o lugar en el que estemos. Por ese motivo, este año, en el marco del Día Internacional de Erradicación de la Violencia contra la Mujer, hemos lanzado una campaña denominada ¡Actuemos Ya! Salvemos a las Niñas de la Violencia Sexual.

Desde el Estado ya estamos actuando. Recientemente, hemos logrado un avance histórico: la aprobación en el Congreso de una ley que prohíbe el matrimonio de menores de edad. Con esto corregimos una situación terrible que servía para encubrir muchos hechos de violencia. Recordemos que, hasta no hace mucho, si un adulto violaba a una niña y esta salía embarazada podía eludir la acción de la justicia si se casaba con su víctima. Esta norma es un avance que defiende los derechos de las niñas y las adolescentes y refuerza una idea clave: que toda relación sexual entre un adulto y una niña, un niño o una adolescente, es una violación y merece el más duro castigo, la cadena perpetua.

Desde el MIMP venimos fortaleciendo nuestros servicios de atención en zonas urbanas y rurales. Asimismo, hemos emprendido la tarea de revisar y fortalecer el Sistema de Atención Integral de Niños, Niñas y Adolescentes. Hemos desarrollado un aplicativo digital: Yanapp, que puede ser descargado en cualquier celular y que permite a las personas que se sientan en peligro enviar mensajes de alerta para que de esta manera puedan ser geolocalizadas en tiempo real o enviar el servicio para la atención urgente. También estamos reforzando nuestros programas preventivos y de fortalecimiento de las familias. Y con la estrategia Hombres por la Igualdad, que ya tiene miles de voluntarios en todo el país, estamos combatiendo estereotipos de género y logrando que los varones, partícipes del problema de la violencia, sean parte de la solución.

Las acciones multisectoriales se vienen dando en el ámbito nacional y seguimos involucrando a los tres niveles de gobierno, instituciones de la sociedad civil, del empresariado, la academia y de la cooperación internacional. Esta es una convocatoria amplia. Erradicar la violencia sexual en contra de nuestras niñas nos une; aquí no hay ideologías ni posturas políticas enfrentadas.

No lo olvidemos: la violencia sexual destruye vidas. Condena a las niñas a una vida de dolor, trunca sus proyectos de vida, perpetúa el machismo y la pobreza. Muchas tardan años para reunir fuerzas para poder siquiera hablar del tema y denunciar; otras no lo consiguen nunca y arrastran el trauma durante toda su vida o mueren con el secreto.

Por eso, es preciso que actuemos. Comencemos con lo más simple, que es también lo más efectivo: escuchemos a nuestras niñas y adolescentes. No las dejemos desatendidas, ni encargadas como objetos, construyamos una relación de confianza con ellas, necesaria para que acudan a nosotros cuando se sientan en peligro. Prestemos atención a las señales de alerta y, por favor, no dudemos de sus relatos cuando nos dicen que alguien las violentó. Creamos en ellas y en lo que nos dicen. De esta manera podremos prevenir. ¡Actuemos ya!

Nancy Tolentino Gamarra es Ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables

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