Este lunes van a reabrir los centros y conglomerados comerciales. El presidente Vizcarra ha advertido que más que fiscalizadores, los compradores y vendedores tendrán la responsabilidad de su cuidado.
“Estamos abriendo actividades, pero confiando en la responsabilidad de los peruanos”, dijo el jefe del Estado el viernes pasado.
PARA SUSCRIPTORES: Mil y una noches (de toque de queda), por Mario Ghibellini
Ya se llegó a una tasa de reproducción del contagio menor de uno en las principales ciudades. En teoría esta es la razón de la apertura comercial. La verdadera razón es la crisis económica.
Las medidas del Gobierno nos llevaron a la peor crisis económica del último siglo. La peor del mundo, también, relacionada a las medidas anti-COVID.
Una de las cuarentenas más duras del mundo entero produjo, sin embargo, uno de los peores resultados del mundo entero.
En número de infectados estamos en el puesto 7. En muertes por millón, en el puesto 16, por encima del Brasil de Bolsonaro.
Tenemos un registro de 239 muertes por millón. Alemania, con uno de los regímenes menos estrictos de cuarentena, tiene 110 muertes por millón (al viernes pasado).
¡Pero cómo vamos a comparar el Perú con Alemania! Bueno, Colombia tiene 42 muertes por cada millón de habitantes.
Comparamos la relación entre el tipo de cuarentena y el resultado de la epidemia. Hay que llamar la atención sobre el golpe contra la economía y el golpe contra la salud.
No eran decisiones fáciles de tomar. La población peruana tampoco es fácil. Eso se reconoce. Quien tomó las medidas, sin embargo, fue el Gobierno. Debe, también, reconocer su responsabilidad.
El cambio de política antipandemia se debe, principalmente, a la crisis económica. El país está quebrado.
Las medidas de reactivación serán tan ineficaces como lo fueron las medidas del control ciego. Ponen énfasis en una regulación sanitaria detallada, meticulosa e insensata.
La regulación de un tema tan sencillo como los taxis lo demuestra. Se estipuló que los taxis tuvieran una mica de policarbonato de 4 mm de espesor por 80 cm de alto.
En un accidente vehicular la mica de separación podía ocasionar daños. Se dieron cuenta, y lo cambiaron.
Nunca se dieron cuenta, sin embargo, de que las gotículas de saliva pueden ser detenidas por cualquier plástico, al margen del espesor.
El reglamentarismo sanitario es ridículo. Los negocios de comercio electrónico, por dar otro ejemplo, están obligados a tener una persona a tiempo completo para administrar, supervisar y ejecutar el “Plan COVID-19” de la empresa. ¡Aun cuando la empresa tenga tres trabajadores!
El reglamentarismo es absurdo. Los negocios deben limpiar con lejía tres veces al día todas las superficies del local.
Ya se sabe que las posibilidades de contagio por contacto con superficies son casi inexistentes. Ahí están, sin embargo, los reglamentos del Minsa, de Produce, de las municipalidades.
Este reglamentarismo no se puede ejecutar y no se puede fiscalizar. Parece existir solo para aumentar el burocratismo. Con este tipo de medidas no se va a reactivar la economía.
Sucedió con los bonos. En el papel, se entregaba dinero a las familias. En la realidad, millones quedaron encerrados y hambrientos. Otros millones hicieron colas de contagio.
El daño ocasionado a la economía no reclama reactivar, sino reconstruir.
Se anuncia dar trabajo en la rehabilitación de caminos y mantenimiento de carreteras. Estos caminos y carreteras no se usarán como antes, por la epidemia.
No se ha dicho nada, en cambio, sobre los colegios y las postas médicas en el interior del país.
El 63% de colegios a nivel nacional no tiene conexión a una red de agua. El 38% no cuenta con desagüe. El 78% de postas médicas tiene una capacidad instalada inadecuada, según AFIN.
En estos meses, ¿no se debió cubrir estas brechas? El gasto público para reactivación, ¿no debería ir prioritariamente a escuelas y postas médicas?
En vez de encerrar trabajadores, ¿no se debió ejecutar un plan COVID-19 de reconstrucción de colegios y postas médicas?
No hay un plan de reforma del gasto público, no hay un plan de reconstitución de la inversión. Solo hay un plan, al parecer, para que los ciudadanos se cuiden solos y se les eche toda la responsabilidad.