Ahora que el candidato demócrata Joe Biden hizo trizas la alegación del presidente Trump de que es ‘sleepy Joe’ –o “el soñoliento Joe”– al dar un discurso electrizante en la Convención Nacional Demócrata, lo más probable es que Trump se vuelque de lleno a su otra línea de ataque contra su contendiente: que Biden sería un “socialista”.
Trump ya ha comenzado a intensificar su campaña de miedo de que si él no es reelecto, vendrá el socialismo. Pero después de lo que vimos en la convención demócrata, dificilmente lograra ganar ese argumento.
En su discurso del 17 de agosto en Wisconsin, Trump dijo que si Biden gana las elecciones del 2 de noviembre, Estados Unidos se convertirá en “una gran Venezuela”. La cita de Trump pasó prácticamente desapercibida, porque es tan absurda –y Trump la ha repetido de tantas formas diferentes durante la campaña– que habia dejado de ser una novedad.
Pero ahora que se le desinfló el argumento de que Biden sería un presidente somnoliento o senil, Trump probablemente escalará su línea de ataque de que Biden convertiría a Estados Unidos en una Venezuela. La campaña de Trump ya lo está haciendo, especialmente en Florida, donde está encontrando oídos receptivos entre votantes cubanoamericanos y venezolanoamericanos que han sufrido en carne propia las desastrosas dictaduras.
Un correo electrónico del 17 de agosto de la campaña de Trump a los votantes en Florida comenzó así: “La campaña de Joe Biden repite la propaganda de la Cuba comunista”.
Ese argumento hubiera funcionado mucho mejor si los exaspirantes demócratas progresistas Bernie Sanders o la senadora Elizabeth Warren hubieran ganado las primarias demócratas y alguno de ellos fuera el candidato democrata. O si Biden, el candidato del ‘establishment democrata’, hubiera escogido a una vicepresidenta del ala izquierda de su partido.
Pero el hecho es que Biden escogió a Kamala Harris, una senadora de línea moderada, como su compañera de fórmula. Además, Biden eligió principalmente a demócratas centristas y conservadores, así como a republicanos, para hablar en la convención demócrata.
Una de las cosas que más me llamó la atención de la convención demócrata fue la cantidad de republicanos que fueron invitados como oradores, y la cantidad de minutos que se les dio.
Mientras que al exgobernador republicano de Ohio John Kasich se le concedieron 3,9 minutos, al exsecretario de Estado Colin Powell se le permitió hablar 2,5 minutos y a media docena de otros republicanos se les dieron varios otros minutos, la estrella del ala progresista del partido, la congresista Alexandra Ocasio-Cortez, sólo pudo hablar 1,6 minutos.
Y en su discurso, Biden prometió tácitamente no convertirse en un autócrata populista como el venezolano Hugo Chávez. Biden dijo que, a diferencia de Trump, él no sería un presidente que “se siente cómodo con dictadores y aviva las llamas del odio y la división”.
Los demócratas argumentarán que sería el propio Trump quien convertiría a Estados Unidos en una autocracia como Venezuela si Trump es reelegido. Al igual que lo hizo Chávez en su momento, Trump ha dicho públicamente que se le debería permitir permanecer en el poder más allá de su derecho constitucional a dos mandatos, y ha tratado de deslegitimar las elecciones libres de Estados Unidos ahora que corre el riesgo de no ser reelecto.
Y en cuanto a la situación específica de Venezuela, Biden probablemente argumentará que, a pesar de sus duros discursos contra la dictadura de Nicolás Maduro, Trump se ha convertido en el mejor amigo de Rusia, la fuente de apoyo más poderosa de Maduro.
Es por eso que dudo mucho que Trump logre dar vuelta las encuestas con sus etiquetas de “el soñoliento Joe”, o el “el socialista Joe”. Hasta ahora, Biden ha logrado desvirtuar todos estos ataques. Todavía no estoy apostando de que Biden ganará las elecciones, pero la exitosa convención demócrata y el discurso de aceptación de Biden le van a hacer las cosas más difíciles a Trump.
–Glosado y editado–
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