Hace dos semanas, en este mismo espacio, escribí la columna “Del container al basurero”, en la que abordaba el problema de medicamentos vencidos en hospitales del Estado. Hoy quiero centrarme en cómo esta situación impacta en el acceso a las farmacoterapias de los asegurados del Seguro Social del Perú (Essalud). Esto es considerando que existe una asociación público-privada para la distribución de medicamentos con la empresa Salud y Logística (Salog), cuyo ámbito de acción es Lima y el Callao.
Essalud tiene más de 10 millones de asegurados y un presupuesto para la compra de medicamentos que supera los S/1.200 millones. Es un monto significativo incluso comparado con los recursos que destinan el Ministerio de Salud y los gobiernos regionales. Pero esta fortaleza tiene problemas en la compra, especialmente por debilidades de gestión ocurridas en los últimos años en la Central de Abastecimiento de Bienes Estratégicos (Ceabe). Esta entidad está a cargo del suministro de bienes estratégicos para las instituciones prestadoras de servicios de salud de Essalud.
Desde el 2010, Essalud trabaja con la empresa privada Salog en una alianza que permite mejorar el acceso y uso de medicamentos para sus afiliados a través de dos iniciativas: Farmacia Vecina y Padomi Delivery. La primera está dirigida a pacientes con enfermedades crónicas en Lima y el Callao quienes, luego de afiliarse al programa, pueden recoger sus medicamentos en farmacias privadas cercanas a sus domicilios. Este modelo es sinérgico porque, si bien el Estado sigue encargado de la compra de los medicamentos, permite que el privado, desde las farmacias, asuma la distribución y entrega eficiente de lo que indican las recetas.
El nivel de servicio del programa Farmacia Vecina ha sido siempre notable, con un porcentaje de entrega completa de recetas prescritas a los asegurados superior al 97%. Pero, desde el 2022, vemos una tendencia creciente de la proporción de ítems de las recetas no atendidos por Farmacia Vecina ni entregados por Essalud. ¿La razón? Dificultades en el abastecimiento a cargo de la Ceabe. Por ejemplo, en diciembre del 2023, este valor fue del 34%, lo que puede generar un gasto de bolsillo de hasta S/2,9 millones en los pacientes afectados.
Una alternativa a evaluar sería que Farmacia Vecina tenga mayor autonomía para gestionar y obtener inventarios. Además, las boticas y farmacias afiliadas al programa podrían complementar la cadena de servicios como puntos de promoción de salud y seguimiento a los pacientes, en el marco de la atención primaria de salud.
De otro lado está el Programa de Atención Domiciliaria (Padomi), un servicio de Essalud dirigido a adultos mayores que sufren de alguna enfermedad crónica o discapacidad que les impide recoger sus medicamentos en la sede central de Essalud. Salog está a cargo de Padomi Delivery, que envía los medicamentos a casa de los pacientes acreditados sin ningún costo adicional. Es decir, mientras la empresa realiza el delivery al paciente, Padomi prepara y empaqueta las recetas.
El 84% de pacientes afiliados a Padomi utilizan los servicios de Padomi Delivery. Y, desde el 2022 en adelante, el índice promedio de satisfacción del paciente está por encima del 90%. Si bien durante el 2023 Padomi Delivery atendió a un promedio mensual de 40.000 pacientes, hubo meses con valores bajos de atención. Porque, sin inventario suficiente de medicamentos y con limitada disponibilidad de personal para producir las recetas en la farmacia Padomi, la cobertura se limita. Y esas responsabilidades recaen en Essalud.
En ambos casos, el privado está cumpliendo con su labor, pero su contraparte pública requiere superar limitaciones de gestión institucionales para que sus asegurados puedan recibir un servicio de calidad. Resueltas estas diferencias, el siguiente paso sería, por supuesto, ampliar estas experiencias a todo el territorio nacional y a otros sectores del sistema de salud.