Mario Saldaña

El ministro de Economía y Finanzas, José Arista, en tono de queja y sorna al mismo tiempo, ha señalado que en existen “jeques árabes”, aludiendo a una suerte de casta de funcionarios (dirigentes sindicales incluidos), que gozan de beneficios acordes con una compañía de alta rentabilidad y eficiencia; es decir, la antítesis de la estatal.

Y tiene razón. En su libro “La tragedia de las empresas sin dueño”, Carlos Paredes Lanatta, expresidente de Petro-Perú, describe cómo se han normalizado esquemas de corrupción, incentivos perversos y beneficios desproporcionados que explican la resistencia a su refundación.

Arista agrega que es necesario desvincular a no menos de la tercera parte de los trabajadores, aproximadamente 2.300, pero, al mismo tiempo, solicita apoyo mediante una ley para hacerlo viable.

Hasta ahí todo bien. Sin embargo, uno no llega a entender la posición de los titulares del MEF y el Minem, avalando con su no renuncia el rechazo de la presidenta y de la PCM a la propuesta del directorio liderado por Oliver Stark, que suponía la reestructuración de la firma (incluyendo el adiós a los “jeques”, precisamente).

Tampoco se entiende que no hayan condicionado la entrega de nuevos recursos por encima de los US$2.000 millones a ese proceso de cambio liderado por un PMO, tendiente a la búsqueda de capital privado hasta el límite que permite la ley (49%).

Por la información que ha obtenido El Comercio, la única cuestión de Estado proveniente tanto del MEF como del Minem está relacionada con la no recontratación del exministro Óscar Vera y de Pedro Chira (expresidente de la empresa), eslabones claves del desastre financiero que hoy vemos.

Y si la designación de Alejandro Narváez como cabeza de la petrolera no se pudo concretar (excandidato de Verónika Mendoza y excabeza de la firma en el gobierno de Toledo), es por la mochila judicial que trae consigo, no por falta de voluntad de .

El tiempo pasa y Petro-Perú alarga su estadía en UCI. Y, si algún mal consejero (no sé si de izquierda, no sé si por presión de Vladimir Cerrón, no sé si su hermano Nicanor) ha convencido a la presidenta de que la situación de la empresa es similar a la que ella intenta con su gobierno –durar todo lo que pueda trasladándole la responsabilidad a quien la suceda–, le ha hecho un daño a ella, a la empresa y al país, y claro, en beneficio de los “jeques árabes”.






*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mario Saldaña C. es Periodista