Ian Vásquez

La semana pasada, el presidente anunció que Estados Unidos aumentará aranceles contra de manera significativa. Por ejemplo, se aplicarán impuestos de más del 100% a las importaciones de carros eléctricos chinos y del 50% a los semiconductores.

El expresidente ha prometido imponer aranceles del 10% a todas las importaciones extranjeras y del 60% a las importaciones chinas, si vuelve a ser presidente.

La relación de. con China está entrando en una fase nueva. En lugar de basarse en el libre comercio, esta se definirá cada vez más por el proteccionismo. Tratándose de las dos economías más grandes del mundo, esto afectará el comercio global y fomentará el proteccionismo.

Hace años que muchos en Washington consideran que la decisión de liberalizar el comercio con China a principios de siglo fue un error. Según los críticos, la consecuencia de esa política fue que las exportaciones chinas aumentaron enormemente, promoviendo un declive en el sector manufacturero y causando desempleo y malestar social.

En el 2016, el economista David Autor y sus coautores publicaron un estudio influyente en el que calcularon que las importaciones chinas causaron una pérdida de más de 2 millones de puestos de trabajo en EE.UU., sobre todo en trabajos de baja calificación. Ellos popularizaron el término “choque chino” (‘China shock’) que se usó para sustentar las medidas proteccionistas que empezó a imponer Trump.

Biden criticó las barreras comerciales que impuso Trump contra China, pero no las cambió al asumir la presidencia. Esto demuestra que el abandono de los principios de la apertura es bipartidista. Pero ¿por qué ahora Biden se ha vuelto todavía más proteccionista?

Se trata de un supuesto segundo “choque chino” que se viene. Esto sucedería porque China ha manejado mal su economía, sobreproduciendo productos y deprimiendo la demanda interna. El resultado sería entonces un aumento notable en las exportaciones chinas. Biden no quiere repetir lo que considera son errores del pasado.

Vale la pena entonces preguntarse si la narrativa del “choque chino” es correcta y si las políticas para enfrentarlo lo fueron también. El experto comercial Scott Lincicome documenta que la ley que hizo permanentes los aranceles bajos con China en el 2000 no puede explicar el aumento de las exportaciones chinas porque, en la práctica, esas políticas comerciales ya se estaban aplicando desde hace décadas. Las políticas liberalizadoras de China tuvieron un impacto mayor que las de EE.UU., pues hicieron más competitivas a sus propias empresas.

Lincicome explica que los autores del estudio sobre el “choque chino” no se enfocaron en los empleos que se estaban creando en el resto de la economía. Durante ese período se crearon 2,2 millones de otros empleos en la economía estadounidense. Es verdad que los empleos en el sector manufacturero decrecieron, pero esa tendencia empezó mucho antes que el aumento de las importaciones chinas y, según los académicos, fueron otros factores, como la tecnología, los que mayormente causaron el declive en esos trabajos.

Otros estudios han encontrado que las importaciones de China crearon nuevos puestos de trabajo en el sector servicios, de tal manera que no hubo una pérdida neta de trabajos. Algunos estudios han encontrado que, debido a las importaciones de China, los salarios de los trabajadores estadounidenses aumentaron. También bajaron los costos, de tal manera que un estudio encontró que “casi el 90% de la población estadounidense vio aumentar su poder adquisitivo”.

¿Tuvo sentido aplicar aranceles para contrarrestar los efectos del “choque chino”? No, los costos cayeron principalmente sobre los consumidores y trabajadores estadounidenses, cuyo bienestar fue perjudicado. No hay por qué pensar que el resultado sería mejor en un supuesto “choque chino” nuevo.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Ian Vásquez es Instituto Cato

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