Nos quedamos cortos en nuestro y otros términos relacionados con instituciones políticas, que fue publicado el 27 de junio. Pero, como son muchas las palabras políticas, la mayoría, como he señalado, proveniente del griego y del latín, les pasamos revista a algunas de ellas.

Poder: del latín ‘potere’. Significa ser capaz de hacer algo. Por eso, quien tiene poder es capaz de tomar decisiones. Cuando decimos que la democracia es el poder del pueblo, significa que las personas mayores de edad tienen la capacidad de elegir y cambiar a las autoridades por medio del voto. Quien tiene poder posee la capacidad de hacer cumplir su deseo e imponer su voluntad a otras personas con el fin de modificar o inducir las conductas hacia un objetivo determinado. Por ejemplo, el dictador impone su poder por la fuerza. El demócrata influye, persuade y convence. El genial filósofo inglés Bertrand Russell definió el poder como “la producción de los efectos deseados”.

Dictadura: del latín ‘dictatura’. Sobre esta palabra, dice el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española: “régimen político que, por la fuerza y violencia, concentra todo el poder en una persona, en un grupo de personas u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales”. Este régimen político lo quiso imponer Pedro Castillo el 7 de diciembre del año pasado. En la antigua Roma, el dictador fue un cónsul con poderes extraordinarios otorgados temporalmente por el Senado. Algo parecido a lo que hoy conocemos como régimen de excepción. Por ejemplo, a Escipión, llamado ‘El Africano’, el Senado le dio todos los poderes para enfrentarse a la invasión del cartaginés Aníbal.

Sucedió lo mismo con Craso para que debelara la rebelión de Espartaco.

Gobierno: palabra de origen griego, luego latinizada. Viene de tres voces griegas: ‘kybernetiké’, que significa “el arte de gobernar”; ‘kybernesis’, término entendido como “acción de gobernar”; y ‘kybernetes’, que expresa la idea de “piloto”. Luego pasó al latín como ‘gubernam’. Quien gobierna conduce, dirige u orienta; pilotea como el capitán de un navío, decía Aristóteles. El origen político griego de esta palabra pierde sentido para convertirse en un término científico y técnico cuando el famoso Norbert Wiener, en su obra “The human use of human beings”, llama “cibernética” a la ciencia de múltiples contenidos y amplias aplicaciones, y dice que esta nace del estudio comparado de las máquinas electrónicas automáticas, sobre todo de los ordenadores (computadoras) y del sistema nervioso humano. Ahora, debido a las computadoras, ha surgido la “ciberpolítica”, el gobierno electrónico, la democracia telemática. Por ejemplo, el Congreso autorizó a Dina Boluarte a despachar digitalmente cuando viaje al extranjero. Algunos constitucionalistas dicen que esto es ilegal, porque para conceder esta facultad primero se debió reformar la Constitución.

Partido político: ‘partido’ viene de las voces latinas ‘pars’ y ‘partire’. ‘Pars’ significa “parte” y ‘partire’ quiere decir “partir”, pero también “dividir”. De ahí que los partidos políticos son una parte del todo político. Cuando el término ‘parte’ se convierte en partido político recién en el siglo XVIII, según el filósofo italiano Giovanni Sartori, de un lado se lo asocia con dividir, pero del otro con coparticipar y, en consecuencia, con compartir.

Burocracia: es la unión del francés con el griego. De ‘bureau’, oficina, y ‘kratos’, poder. El poder que se ejerce desde la oficina. De allí la palabra ‘burócrata’. Así también se les llama a los funcionarios públicos.

Meritocracia: el poder de los que tienen mérito. Si bien esta palabra es la unión del latín ‘meritum’, de donde viene “mérito”, y ‘kratos’ (poder), los primeros en la historia en tener un gobierno basado en la meritocracia fueron los chinos. Ello porque los mandarines, como se llamaba a los aristócratas chinos, tenían que rendir un examen si querían ser ministros del emperador.

También está el caso asombroso de los “ministros esclavos” del emperador turco. Esto sucedió cuando, durante las cruzadas, los turcos capturaban a los “niños francos” (así llamaban a los niños europeos) y los llevaban para educarlos en unas escuelas. Luego, ya maduros, se convertían en ministros del emperador otomano. Por eso, la meritocracia es de origen imperial, aristocrático y, por ende, elitista. Nada que ver con la democracia, que es el poder del pueblo.

En el próximo artículo, explicaremos cómo nació y funcionó la democracia en Atenas.

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Francisco Miró Quesada Rada es exdirector de El Comercio