La trágica muerte del congresista en la plenitud de su vida nos conmovió a tirios y troyanos, pero también causó profunda indignación.

La posta a la que lo llevaron, en la que pudieron haberle salvado la vida, no atendía de noche. Jaime de Althaus nos cuenta que antes funcionaba las 24 horas, entre la empresa Southern y el Gobierno Regional de Arequipa firmado por Yamila Osorio y no renovado por Elmer Cáceres Llica. ¿Cuántas personas habrán muerto por esa criminal decisión?

El sábado, mientras velaban al primer vicepresidente del Congreso, la tercera vicepresidenta asistía a una fiesta para celebrar el cumpleaños de su pareja. ¿No podía postergar una semanita el festejo y demostrar con ello un mínimo de humanidad por el dolor de la familia de su compañero de la Mesa Directiva?

Ella se dice contrita, pero, seamos claros, del bailongo y la ‘chupandanga’ supimos porque incluyó un por parte de uno de los invitados, uno cuya historia violenta se va conociendo. Además, según la PNP, la legisladora miente al decir que no estuvo presente cuando los hechos ocurrieron.

Otro baldón para un Congreso que no hay semana que no ofenda al país por la actuación de sus miembros.

En otro escenario, el primer ministro anunció un decreto supremo para protegernos de la violencia delincuencial. , afirmó.

Pero omitió decir que esto sería después de que cumplan con su condena. Mínimo 20 años, pienso yo. Tampoco dijo que eso ya está en el artículo 30 del Código Penal: “la expulsión del país se aplica a extranjeros después de cumplida la pena privativa de libertad o la concesión de un beneficio penitenciario, quedando prohibido su reingreso”. Tampoco dijo que la expulsión requeriría un tratado bilateral. En el caso de los venezolanos, sería con Nicolás Maduro (o, dado el tiempo que habría transcurrido, con sus nietos). ¿Cómo explicar tanta incompetencia? ¿O es simplemente un divertimento más, para que parezca que hacen algo útil?

Por otro lado, el expresidente acaba de presentar “Tarea incompleta. Una memoria 1938-2023″. Como se anuncia desde el título, no es un libro sobre su gobierno; de hecho, solo un capítulo –sintomáticamente el décimo tercero y titulado “Presidencia y pesadilla”– se aboca a ello.

Es un libro sobre su vida, la difícil historia de sus antecesores que enfrentaron en Europa dos guerras mundiales y, por el lado paterno, su condición de judíos en ellas. Aborda la dedicación de su padre a la lucha contra la enfermedad en la selva y el significado de su madre para su acercamiento a las artes y su afición por la música. Luego comenta sobre su formación, su vida profesional, nacional e internacional, y sus vínculos con tres gobiernos. Los que ya lo han leído completo coinciden en que es adictivo.

El libro concluye con un epílogo sobre retos a enfrentar en el futuro inmediato y mediato del país en el contexto global. En su intervención en la presentación, PPK contó que escribe ahora otro libro, uno en el que reflexiona sobre cómo conseguir un futuro mejor para el Perú de las próximas décadas (de allí lo de “Tarea incompleta”). Entre risas, le dice al auditorio: “Y eso que a los 85 años ya te suenan las campanas de advertencia”.

Pero la verdad es que lo que transmitía era que su ilusión de hacer de su vida un proyecto exitoso y simultáneamente hacer algo significativo para los demás parece no haber mermado. Parece ser la misma del muchacho que hace 63 años se convirtió en el profesional más joven del Banco Mundial, cuando dicha entidad recién se creaba para apoyar la reconstrucción europea.

Por suerte hay peruanos de diversas condiciones, pensamientos y edades que, como él, siguen ilusionándose con un país mejor para todos, y que no se dejan derrotar por la mediocridad y hasta inmundicia de la política del día a día.

Carlos Basombrío Iglesias fue ministro del Interior del gobierno de PPK durante 16 meses.

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