José es un padre de familia que vive en la sierra de Huánuco. Es agricultor y ha visto caer la demanda por sus productos. Como el colegio de sus hijos está cerrado y no tienen cómo seguir las clases, lo están ayudando en el campo. María es una comerciante ambulante de ropa en San Juan de Lurigancho que ha tenido que vender sus productos tocando puertas de casa en casa y por teléfono, cuidándose de que no la vean en las calles en plena cuarentena. Tiene tres hijos y su esposo se ha quedado sin trabajo. Sus dos hijos mayores se turnan la televisión y la radio para seguir sus clases. Su hija menor, de casi dos años, ha dejado de recibir la vacunación y el tratamiento para la anemia. Pedro tiene un restaurante pequeño en Sullana. Los primeros días de la cuarentena vio cómo sus ahorros cayeron por hacerle frente a las deudas y a los proveedores que tenía, sin ingresos. Ha empezado a atender de manera clandestina a las personas que están trabajando. Su esposa lo ayuda, mientras sus dos hijas se turnan la computadora para seguir con sus clases.
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