La desaprobación de Nadine Heredia aumenta y en el Plan Nacional de Diversificación Productiva el Gobierno no puede cifrar la ilusión de recuperar la popularidad de la pareja presidencial y su futuro político. Ilusamente el plan parte de la premisa de que la desaceleración económica actual es responsabilidad, únicamente, de la crisis internacional y la baja del precio de los minerales; por eso asume que una vez en marcha, se recuperará una tasa de crecimiento del 7% el próximo año. El Gobierno se niega a aceptar que nuestra economía paga pato de su improvisación y de su falta de convicción en el modelo que vino dando resultados. Las medidas han llegado tarde, y de funcionar solo sería en el largo plazo.
Los vientos soplan en contra y para muchos en el nacionalismo ha llegado el momento de abandonar el barco. Unos se han tirado por la borda, como los “rebeldes” de Gana Perú y otros, como Jaime Delgado, están esperando, ansiosamente, el próximo puerto. Lo cierto es que cada uno de ellos está preocupado por su propio pellejo.
Sin Nadine Heredia, el partido que alcanzó el gobierno en el 2011 no tiene candidato que arrastre una bancada decente en el 2016; ella bien podría encabezar la lista parlamentaria de Lima, pero la necesidad de un candidato presidencial que los mantenga vivos en el ámbito nacional es innegable. Y lo mismo pasa con agrupaciones como Ciudadanos por el Cambio o Frente Amplio, que no es lo mismo pero es igual; o Perú Posible, que después del Caso Ecoteva tiene que pensarlo dos veces antes de arriesgarse con una candidatura de Alejandro Toledo; y Fuerza Social, que hace todos sus esfuerzos por seguir viviendo.
Aunque suene extraño, estas agrupaciones podrían caminar juntas en las próximas elecciones presidenciales, la necesidad los une. Ya están en camino las alianzas y estas se están ensayando en el Congreso y en las próximas elecciones regionales y municipales.
La izquierda limeña ya se desligó de los incómodos radicales. Patria Roja ha sido desaforada con el pretexto de las acusaciones de corrupción contra Gregorio Santos; y Tierra y Libertad del ‘cura’ Arana se arrimó cuando los otros decidieron ir junto a los de la chacana para tentar la reelección de Susana Villarán.
Y a todo esto, ¿qué papel juega Susana Villarán? Aunque su derrota está cantada, si ella lograra un segundo lugar en Lima, la campaña le habrá servido para armar la “unidad” alrededor de su figura; al más puro estilo ‘Frejolito’ Barrantes –que sin partido propio y solo con un grupo de intelectuales amigos se convirtió en candidato presidencial– ella conseguiría el arrastre nacional para una bancada decente en el 2016.
Lo que sorprende, sin embargo, es ver en todo este arreglo a Solidaridad Nacional y a Luis Castañeda Lossio que, cual fantasma, avala al Gobierno desde sus inicios y ha expuesto hasta la unidad de su bancada con tal de no decepcionar a Nadine Heredia en las contiendas para las presidencias parlamentarias. El ambiguo juego de Castañeda en esta opereta ha dejado de pasar piola y a estas alturas hay que preguntarse a cambio de qué los congresistas de su bancada hacen de acólitos de un nacionalismo que naufraga.