Feria electoral, por Fernando Rospigliosi
Feria electoral, por Fernando Rospigliosi
Fernando Rospigliosi

En vísperas de las elecciones de octubre, los candidatos han salido a buscar partidos y los partidos subastan sus membretes. Esta es la atroz situación de la política peruana, lo que explica en parte la crisis de la descentralización y la corrupción que asuela a muchos gobiernos regionales y municipales.

En Lima es trágico lo que ocurre. La alcaldesa , ganadora del último proceso electoral, carece de un partido con inscripción legal. demostró que no tiene seguidores y ni siquiera tuvieron la maña de otros grupos insignificantes para establecer en el 2011 las alianzas que le hubieran permitido permanecer en el sistema.

Así, ahora que Villarán, incumpliendo clamorosamente su promesa de no tentar la reelección, ha decidido postular, se ven obligados a buscar desesperadamente un rótulo que les permita hacerlo. Como era previsible, el Frente Amplio izquierdista se ha dividido antes de nacer y el único grupo que tiene inscripción, Tierra y Dignidad, del ex sacerdote Marco Arana, se ha apartado.

Los partidarios de Villarán han anunciado que irían con Diálogo Vecinal, un partido provincial de Lima, que es la empresa electoral de un grupo indecoroso que ofrece su inscripción legal a cambio de dinero, según ha denunciado Guillermo Sendon, quien afirma que había llegado a un acuerdo para candidatear él, pagando US$150 mil. Pero como los personeros de Villarán ofrecieron más, a él lo dejaron fuera. (El Comercio, 8.6.14).

Los partidarios de la alcaldesa, naturalmente, han rechazado esa versión. Pero no pueden explicar por qué los dueños de ese partido les cederían su inscripción. En las elecciones municipales del 2002, los propietarios de Diálogo Vecinal adjudicaron su membrete a Jaime Salinas, que postuló al municipio limeño con poco éxito. 

Un caso incomprensible es el fujimorismo, que llevará como candidato a Lima al actual alcalde de La Victoria, Alberto Sánchez Aizcorbe. 

Sánchez Aizcorbe ganó las elecciones del 2006 y 2010 como candidato del PPC-Unidad Nacional. Como en esta ocasión el PPC decidió llevar a un postulante que fuera miembro del partido y no a un advenedizo, Sánchez Aizcorbe buscó a alguien que lo pudiera candidatear y en el camino encontró a Restauración Nacional del pastor Humberto Lay, que estaba en busca de postulante. 

Adelantándose a los hechos, Lay entusiastamente anunció a los cuatro vientos que irían juntos.

Pero sucede que inesperadamente Sánchez Aizcorbe tropezó luego con un vehículo mejor, Fuerza Popular de Keiko Fujimori, que andaba en busca de un pretendiente y no encontró entre los aspirantes a nadie mejor. Así, Sánchez Aizcorbe se desembarcó rápidamente de Restauración Nacional y se convirtió en representante del fujimorismo en Lima, que se supone es una de las plazas fuertes de Keiko.

está guiándose por un pragmatismo ingenuo y torpe, que probablemente le pasará la factura el 2016. En lugar de tratar de construir una organización con identidad, está buscando especímenes de los más diversos en todo el país, con la idea de que eso le permitirá juntar votos que luego exhibirá como muestra de poderío. En realidad está yendo a un inexcusable desastre.

Fernán Altuve, ‘Huevo Duro’, postulará a la Alcaldía de Lima por Vamos Perú, el partido del cuestionado alcalde del Callao, Juan Sotomayor.

Salvador Heresi, alcalde de San Miguel, no logró inscribir a Perú +, partido que comparte con Pedro Pablo Kuczynski, y postulará por Perú País Seguro, el antiguo Cambio 90 con que Alberto Fujimori ganó las elecciones de 1990, y que Renzo Reggiardo recibió en herencia de su padre.

El Partido Nacionalista, que ganó las elecciones del 2011, no postula candidatos ni en Lima ni en ninguna parte. Simplemente no existe, aunque eso sí, tiene una presidenta.
Esta es la situación hasta hoy. Evidentemente pueden producirse nuevos reacomodos y volteretazos en las siguientes tres semanas, cuando se cierren las inscripciones.

En suma, en esta feria electoral donde todo se compra y todo se comercializa, los candidatos van en busca de partidos que los postulen y los partidos ofrecen candidaturas a cambio de dinero o de votos que eventualmente atraerían los postulantes.

Es innecesario repetir que los partidos –con escasas excepciones- no son tales, solo membretes que se venden o alquilan para un proceso electoral.

Esta es la situación en Lima, la capital del país. No hay por qué sorprenderse de que en otros departamentos y provincias las cosas vayan igual o peor.