En el último año el Perú retrocedió cuatro puestos en el ránking de competitividad global, pasando del 61 al 65, de un total de 144 países. Mala noticia. El retroceso contrasta con los progresos logrados entre el 2008 y el 2012, cuando avanzamos del 83 al 61. En el 2013 repetimos el puesto 61, lo que dio cuenta de que habíamos perdido el ritmo en la mejora de nuestra competitividad.
¿Cómo les fue a nuestros socios de la Alianza del Pacífico? El que más retrocedió fue México, seis puestos, ubicándose en el 61. En cambio, Colombia avanzó tres y está en el 66, solo a uno de nosotros; Chile también avanzó un puesto (33) y se posiciona como el país latinoamericano mejor ubicado en el ránking global, seguido de Panamá (48), Costa Rica (51) y Brasil (57).
La competitividad es medida por el Foro Económico Mundial en base a doce indicadores, agrupados en tres categorías. Las condiciones básicas comprenden la institucionalidad, la infraestructura, el manejo macroeconómico, la salud y educación básica. Los estímulos a la eficiencia son la educación superior; la eficiencia de los mercados de bienes, de trabajo y financiero; la capacidad tecnológica; y el tamaño del mercado. La innovación abarca la investigación científica y tecnológica, y la sofisticación empresarial.
La ubicación del Perú en cada uno de estos indicadores varía significativamente. Por un lado, estamos en el puesto 20 en manejo macroeconómico, en el 40 en mercado financiero y 43 en tamaño del mercado; mientras que, por el otro, ocupamos los puestos 117 y 118 en investigación científica y tecnológica, y en institucionalidad, hasta ahora dos rémoras en nuestra carrera al desarrollo.
La institucionalidad tiene 21 indicadores, cuatro de ellos sobre seguridad y uno sobre independencia judicial. Todos experimentaron un deterioro notable y sostenido en los últimos seis años. Así, en costos de las empresas por terrorismo pasamos del puesto 102 al 124; en costos de las empresas por crimen y violencia, del 113 al 127; en percepción sobre el crimen organizado, del 99 al 135; en credibilidad policial, del 123 al 137; y en independencia judicial, del 114 al 124. Si ya estábamos mal, ahora estamos peor.
La comparación en seguridad y justicia con nuestros socios del Pacífico también nos deja mal parados, sobre todo en credibilidad policial y en independencia judicial, donde quedamos últimos. Que no estamos condenados a esa lamentable posición lo demuestra Chile, con el puesto 4 en policía y el 27 en justicia. Incluso, Colombia, en medio de varias guerras, nos supera largamente en estos indicadores.
Retomar la senda de la competitividad demanda esfuerzos en muchos terrenos, incluyendo los de la seguridad y la justicia, constituidos hoy en serios obstáculos a nuestro progreso. La comparación con algunos de nuestros vecinos y nuestro propio éxito en otras esferas demuestran que no estamos condenados a salir permanentemente jalados en estas materias. Se requiere para ello encarar de una vez por todas con seriedad y profesionalismo las reformas pendientes.