Rafael López Aliaga, Alejandro Soto, Javier Milei, el asesinado excandidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio, ‘Los Niños’ de Acción Popular, los Operadores de la Reconstrucción, la banda del ‘Maldito Cris’, el estrés hídrico en Lima, entre otros temas, tienen más atención por parte de la ciudadanía que el gobierno que conducen la presidenta Dina Boluarte y el primer ministro Alberto Otárola.
Por supuesto que los asuntos listados merecen cobertura mediática. En cada uno de ellos hay noticia y los medios de comunicación se encargan de difundirla, pues son temas que interesan a las mayorías.
Quizás quien más ruido ha generado en las últimas semanas es el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, y su agenda respecto de los peajes. El líder de Renovación Popular hace política en torno del tema (es mi opinión) y, como es lógico, se lleva muchos reflectores.
Los congresistas son una fuente inagotable de denuncias y revelaciones, eso no es una novedad, pero vaya que este Congreso se está llevando todos los ‘premios’ por los escándalos y la impunidad.
La agenda internacional también tiene mucha cobertura y no es para menos. El asesinato de un candidato presidencial en un país hermano y vecino merece toda nuestra atención, así como el surgimiento de un líder liberal y populista en Argentina.
Quien aparece poco o nada en la agenda pública de las últimas semanas es el Gobierno. Si bien lograron establecer una narrativa en el mensaje presidencial (facultades legislativas para combatir la delincuencia y la convocatoria al Acuerdo Nacional), por ahora no han pasado del discurso.
Más allá de que existan temas en la agenda pública, un gobierno siempre tiene la posibilidad de introducir los suyos. Es más, en un país con tantas carencias y pendientes, es imprescindible que lo haga. El trabajo silencioso también vale, pero los tiempos exigen medidas concretas que necesariamente tienen que estar acompañadas de política y comunicación.
No es que el Ejecutivo no esté haciendo nada. En la última semana hubo en Lima una reunión con 21 gobernadores regionales en el denominado Consejo de Estado Regional. Allí se firmaron 250 acuerdos (del Ejecutivo con los gobiernos regionales) para impulsar proyectos.
Es iluso pensar que esos compromisos serán cumplidos. La firma parece más para la foto que otra cosa. De hecho, el titular de la portada de “El Peruano” del último sábado fue “Ejecutivo y regiones logran más de 250 acuerdos para impulsar proyectos”. Bienvenidos siempre los espacios de diálogo, pero no seamos ilusos. El binomio Boluarte-Otárola busca posicionarse en las regiones y obtener algunos aliados, mientras que los gobernadores pretenden obtener presupuesto. Además, está por discutirse en el Congreso la ley de presupuesto para el 2024 y ahí el Gobierno tiene mucho que decir.
No podemos culpar a Boluarte de que existan noticias. Claramente no son una cortina de humo ideada en Palacio (no tienen esa capacidad). Lo que sí podemos criticar es que el Ejecutivo juegue al “muertito” y pase desapercibido. Está claro que les conviene dado que su principal meta es sobrevivir en el poder hasta el 2026, pero hay que evidenciarlo cada vez que lo hagan.
Si no hay mayores novedades en los próximos meses, el evento más importante que afrontará el Gobierno es El Niño global. Más allá de discursos, todavía no se percibe una campaña agresiva de prevención y comunicación sobre el tema. Cada vez hay menos tiempo.