Janice Seinfeld

Empecemos este 2024 con propuestas. Quiero compartir una estrategia para alcanzar el primer nivel de atención en que todos los peruanos necesitamos.

Hasta antes de la pandemia del COVID-19, probablemente muchos no habían oído siquiera hablar del primer nivel de atención en salud. Internacionalmente, el término se colocó en agenda en 1978, en la conferencia internacional sobre atención primaria de salud realizada en Alma Ata, Kazajistán, que reunió a 134 países y 67 organismos internacionales. Este encuentro definió y otorgó reconocimiento mundial al concepto de atención primaria como estrategia para enfrentar los factores causales de los problemas de salud.

Como ahora sabemos, el primer nivel de atención es el lugar de contacto inicial de las personas con su sistema de salud. Se espera que sea operado con eficiencia y que ofrezca servicios accesibles de promoción y prevención de la salud, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación. Sin embargo, en el Perú –como también sabemos– la red prestacional del primer nivel es sumamente deficitaria y el sistema, más bien, está sesgado a lo hospitalario, a donde deberían ser derivados solo los casos médicos más complejos. Además, la oferta de servicios se organiza sin abordar suficientemente problemas prevalentes que podrían atenderse en el primer nivel, como el diagnóstico y el seguimiento de enfermedades no transmisibles tales como la diabetes, la hipertensión, determinados problemas de salud mental, entre otras.

Prueba de cómo el sistema peruano no atiende adecuadamente la demanda de servicios de salud de la ciudadanía es el alto porcentaje de personas que, ante la presencia de alguna enfermedad, buscan atención en las farmacias y boticas en vez de en un establecimiento de salud. Por ello, entre el 2019 y el 2022, el gasto de bolsillo en salud per cápita aumentó en 50%. Resolver estas carencias requiere con urgencia un nuevo modelo de gestión sanitaria formulado en función de las necesidades de las personas.

En esa línea, Videnza y Redes hemos elaborado una propuesta inspirada en el modelo de las unidades básicas de atención primaria de salud (Ubaps), desarrollado por Essalud hasta hace pocos años en las provincias de Lima y el Callao y que mostró resultados sanitarios positivos y altos niveles de satisfacción de los usuarios. Entre sus fortalezas estaban que cada establecimiento de salud tenía asignada una determinada población a la que debía dar promoción, prevención y atención de la salud. Para incentivar a los prestadores de salud a lograr resultados sanitarios, se optó por el financiamiento capitado, donde a cada asegurado se le asignaba una tarifa a cambio de un determinado paquete de prestaciones de salud. Y se disponía de una plataforma digital para la historia clínica electrónica que permitía la trazabilidad de las atenciones brindadas y facilitaba otros procesos de soporte.

A partir de la experiencia de las Ubaps, y como solución al problema de acceso a servicios de salud, proponemos la creación de los establecimientos de salud Puerta de Entrada con Capacidad Resolutiva Ampliada (Pecra) para ámbitos urbanos con alta densidad poblacional. Que sean administrados por un gestor de servicios, donde el equipo de salud se concentre solo en sus funciones y no distraiga su atención en temas administrativos, y que tenga competencias necesarias para dinamizar y transparentar el uso de los recursos.

Considerando todo lo anterior, planteamos crear establecimientos Pecra seleccionándolos de entre los establecimientos de categoría I-3 –es decir, aquellos centros de salud que atienden 12 horas y cuentan con personal médico y otros profesionales de la salud como obstetra, enfermero, nutricionista, psicólogo y odontólogo–. Asimismo, reforzar su capacidad resolutiva e incluir tecnologías de apoyo al diagnóstico y tratamiento. Estos establecimientos usarían la oferta existente, protegerían la continuidad de atención y contribuirían a la organización de las redes integradas de salud.

Para que este modelo de gestión pueda plantearse en el Estado, es necesario un marco legal que le dé soporte, porque implica cambiar el paradigma de gestión actual a uno donde el ente asegurador compra servicios de salud a un prestador, público o privado, y le exige resultados sanitarios concretos.

En lo inmediato, identificamos como alternativa legal la cogestión y la participación ciudadana contempladas en la Ley 29124, que define un marco normativo que debe ser contextualizado y revisado. Países con reconocidos sistemas de salud como Suecia, Canadá, España y Estados Unidos han implementado con éxito estos modelos de cogestión y participación ciudadana.

Los acuerdos de cogestión en salud permiten la participación de la ciudadanía en el planteamiento de sus demandas de servicios de salud y la gestión de la oferta de servicios. A su vez, el órgano de cogestión representado en la Asamblea de la Junta Urbana de Salud (AJUS) elige, mediante convocatoria abierta, a un gestor con un perfil idóneo en función de las características y condiciones de logros sanitarios.

En nuestra propuesta, nos centramos en analizar tres regiones: Arequipa, Moquegua y Tacna, incluido un detalle del costo necesario para su implementación. Posteriormente se podría evaluar su escalabilidad a otros centros urbanos del país. Lo principal es que este planteamiento u otros similares sean puestos en discusión para que el Ministerio de Salud tome las mejores decisiones y lidere un proceso de cambio legítimo ante la sociedad. Es una transformación que no puede seguir siendo postergada.

Janice Seinfeld es fundadora y presidenta del Directorio de Videnza Consultores

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